Kaleidoscopio 2018, un tributo a la laboriosidad de los salvadoreños

Destacó la presencia de Rossemberg Rivas como primer diseñador icono invitado en la nueva categoría de honor de la pasarela.

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elsalvador.com

Por Nancy Moncada

2018-04-28 8:45:37

Color, textura, volúmenes y mucho talento marcaron la pasarela Kaleidoscopio 2018 con la aparición de más de un centenar de modelos que lucieron la propuesta creativa de 10 diseñadores emergentes y el diseñador icono invitado: Rossemberg Rivas.
La puntualidad marcó esta edición de Kaleidoscopio que arrancó minutos pasadas las siete de la noche con la aparición de Luciana Sandoval en el escenario.

Vestida de blanco, la presentadora cedió el micrófono a Roberto Galicia, el director del Museo de Arte de El Salvador (Marte), quien agradeció al público su presencia y explicó que ese proyecto es un compromiso institucional muy grande. Y que no es un final, sino el comienzo de una trayectoria para los diseñadores noveles que comienzan su carrera en este arte.

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Galicia agradeció a las personas y empresas que contribuyen para que Kaleidoscopio sea una realidad y comentó que el próximo 22 de mayo el Marte cumple 15 años de existencia en los que han “reconocido el talento del arte nacional”.

Destacó la presencia de Rossemberg Rivas como primer diseñador invitado en la nueva categoría de honor de la pasarela y contó que Rivas además ha acompañado el proceso de Kaleidoscopio, contribuyendo a la educación de los diseñadores con las piezas “avant garde”.

Inspirada en los trabajadores salvadoreños bajo el concepto “Más humano”, cada diseñador presentó nueve piezas curadas por el comité de moda integrado por Jacqueline Suriano, Adriana Góchez y Lisseth Meléndez, y una pieza “avant garde” curada por Rossemberg.

La laboriosidad hecha moda

Como una oda a la naturaleza y al agricultor, que en el campo crea formas geométricas visibles desde el cielo, Didi Hiver presentó la colección “Rammé”, donde los estampados en tonos verdes y azul añil contrastaron con bloques de color sólido en piezas asimétricas para mujer y hombre.

“Un verde esmeralda… somos la semilla, somos los hombres de los sombreros”, cantó el diseñador para cerrar su colección.
El blanco, el rojo y la fluidez de los textiles marcaron la colección “Kukuk”, de la marca CamilaMon, de la diseñadora Camila Monge. La selección de piezas estuvo inspirada en las pupuseras, para representar a una mujer “femenina, cálida y de buen corazón”.

“Atrapados en su arte”. Con ese nombre bautizó Iliana Villatoro su colección para la marca Atelier Concepción, inspirada en los tejedores de hamacas. Las modelos aparecieron por la pasarela en vestidos blancos de Papaya’s y calzado de Park Avenue, y llevaron en sus manos bolsos creados con tejidos en colores pasteles y algunas más intensas en color rojo. Destacó un bolso verde para llevar a la cintura.

Las tareas del ama de casa y del mecánico fueron el origen de la colección de accesorios de cuero y textiles “Artilugio indómito”, de Tana-Tero. Los diseñadores Néstor Quintana y Armando Platero mostraron piezas “atrevidas e innovadoras” que marcaban las curvas femeninas en las mujeres y acentuaban los aspectos masculinos en los caballeros.

Para la colección “Bloom”, de Marquiza, la diseñadora Alexandra Ávalos se inspiró en la laboriosidades de las floristas y en sus herramientas para presentar su propuesta de moda en bloques de color, una paleta de amarillo, lavanda, blanco y azul marino con aplicaciones de volantes en ruedos y mangas.


El vidrio se moldeó en formas geométricas para la colección “15”, que Francisco Álvarez presentó con su marca Glazz Zztudio. Se vieron aretes circulares, pulseras y collares con mucho color creados en vidrio y plata. Fueron inspirados en los carpinteros y el brillo que logran al trabajar las maderas.

Líneas geométricas, una capa, y el uso del dorado en piezas claves y en bordados de canutos marcaron la colección “Wicca” que presentó la marca Olmedo, de Jorge Olmedo. El diseñador se inspiró en las brujas de Izalco y quiso generar una declaración de “empatía, respeto y tolerancia”. La paleta: negro, púrpura, dorado y blanco.
El colorido de los accesorios creados con residuos de ortodoncia destacó en la colección “Dedicación”, de la marca Tati Morales Joyas, de Tatiana Morales. Colores neón en collares y en una capa cuidadosamente construida se lucieron sobre vestidos negros de Papaya’s.

Los labradores de jícaras y morro y su entorno inspiraron la colección “Hatari”, de Guillermo Castañeda. El término significa “vulnerable, pero fuerte”. Se vieron piezas de mujer y hombre con volumen, con asimetrías y uso de tiras que creaban efectos de estructura sobre las siluetas.

El cierre de la pasarela de los diseñadores lo puso Robin Winder, con una femenina y delicada serie de piezas de tul, enriquecida con más tul, en aplicaciones y entramados que hicieron las delicias de los asistentes. Con una experiencia de 10 años trabajando en moda, el diseñador se despidió este año de Kaleidoscopio, en la que participó por tres años. La colección “Una dulce tentación” se basó en los atuendos y lenguaje vernáculo de los vendedores ambulantes de dulces.

Novias monumentales
El incienso anunció la llegada de la colección del diseñador invitado. Es una nueva categoría que instauró este año el Museo Marte para reconocer el trabajo de diseñadores consolidados. Dos personajes de fantasía aparecieron con sendos incensarios para dar paso a la colección “Éxtasis”, con 15 vestidos de novia monumentales creados a mano desde los tejidos por el equipo de Rossemberg Rivas.

Con amplios volúmenes y riqueza de texturas y aplicaciones, la colección estuvo inspirada en San Sebastián, población de San Vicente que este año celebra sus 100 años de fundación. Es además un reconocimiento a la tradición textilera de los padres del diseñador, nacidos en este conocido productor de tejidos, y un homenaje a las novias salvadoreñas, tema que Rivas ha trabajado con excelencia por 15 años como parte de su arte en Universo Rossemberg.

La visión de las ricas piezas se completó con la música en vivo a cargo de la de la Orquesta Sinfónica de Adcodjar, San Vicente.