¿Sabes cuál es la función de las “ventanillas del vino” y por qué son tan funcionales en tiempos de coronavirus?

Esta práctica que surgió durante la peste negra en Florencia vuelve a estar en auge como una de las medidas de bioseguridad frente al virus Covid-19.

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Esta bebida embriagante sigue siendo una de las favoritas de millones en el mundo. Foto / Mandy Fontana en Pixabay

Por Walu Hernández

2020-08-14 3:08:15

Florencia, cuna del Renacimiento, se enorgullece de un patrimonio artístico impresionante, parte del cual es aún poco conocido, como las discretas “ventanillas del vino” ideales para servir sin contacto, un concepto con gran auge en tiempos del coronavirus.

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Los pequeños orificios, de cerca 20 cm de ancho por 30 cm de alto eran utilizados por las familias nobles para vender vino directamente del productor al consumidor en el siglo XVI, época de grandes plagas.

A lo largo de los siglos, ese detalle arquitectónico y su función cayeron en el olvido hasta que Massimo Casprini, un estudioso florentino, le dedicó un libro, “Las ventanillas del vino”, publicado en 2005.

Foto EDH/AFP Tiziana Fabi.

Estas ventanas “se crearon a partir de 1532 después de la caída de la República, cuando la familia Medici regresó al poder y quiso impulsar la agricultura, lo que llevó a los grandes propietarios florentinos a invertir en olivares y viñedos (…) gozando además de las ventajas fiscales al vender directamente su producción en la ciudad”, contó Casprini. “Allí sólo podían vender vino de su propia producción y en un formato particular, de unos 1,4 litros”, agregó.

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En plena pandemia de coronavirus y de distanciamiento social, Massimo Casprini recuerda que gracias a ese sistema de distribución del vino se evitaba el contacto directo entre las personas, clave para no enfermarse. “Las epidemias y las pestes eran muy frecuentes en el siglo XVI”, subraya.

En la actualidad, algunos emprendedores han retrocedido el tiempo y están utilizando su pequeñas ventanas para dispensar copas de vino, tazas de café, bebidas, sándwiches y helados, ¡todo libre de gérmenes, sin contacto!”, se lee en la web de la Asociación de la Ventana del vino.

Foto EDH/AFP Tiziana Fabi.

“La ventana del vino solía estar cerrada con un panel de madera. El cliente se presentaba, golpeaba la ventana, y desde adentro el comerciante de vinos preparaba la botella, que llenaba para el pedido. Así que no había contacto directo!”, sostiene el septuagenario, amante de las motocicletas antiguas y autor de unos 70 libros dedicados a la capital toscana.

Hasta ahora, han sido registradas 267 ventanillas en Toscana, incluidas las 149 del centro histórico de Florencia. “¡Pero había muchas más!”, sostiene Casprini que cree que “casi todos los terratenientes de la región tenían una ventanilla, aunque muchas desaparecieron, especialmente durante los bombardeos en la Segunda Guerra Mundial“, reconoce.

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Algunas han sido clausuradas, pero gracias al experto, aún se pueden reconocer los contornos en piedra serena, una arenisca gris, o en piedra de Fiesole, una localidad cerca de Florencia. Tras el libro del profesor Casprini, surgió una asociación, llamada “Le buchette del vino”, que identifica y coloca una placa en las ventanillas. Su página web ofrece un mapa interactivo para explorarlos, así como una galería de fotos y una presentación histórica de esos pequeños tesoros arquitectónicos.