Para quienes residimos en El Salvador no es sorpresa encontrar un puesto de comida o de antojitos en cualquier esquina; pero para los compatriotas en el exterior reencontrarse un día con el grato aroma y sabor de las empanadas, yuca frita, pupusas, panes con pollo o tamales es una experiencia que incluso los transporta hasta este terruño de donde tuvieron que partir.
Eso es precisamente lo que los salvadoreños residentes en Estocolmo, Suecia, han comenzado a experimentar desde el pasado 11 de septiembre con la apertura de “El Rinconcito Azul”, un foodtruck en el que pueden encontrar diferentes platillos de la gastronomía salvadoreña.
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Se trata del emprendimiento del salvadoreño Mauricio Foghagen, originario de Santo Tomás, quien tiene 19 años de vivir en el país escandinavo, y echó a andar el proyecto empujado por la crisis del COVID-19.
“En realidad la idea de querer un negocio propio comenzó hace cinco años. Yo estudié cocina aquí en Suecia y trabajaba en un hotel en el norte, pero por la pandemia no pude viajar hasta allá”, comenta Mauricio.
Al principio su idea era vender comida europea, pero luego pensó que era mejor la salvadoreña. Así que en marzo inició vendiendo comida a domicilio, como pupusas y panes con pollo, entre otras delicias cuscatlecas.
Según relata, el plan original era tener un local, pero luego le llegó la oferta del camión de comida y no dudó en aprovecharla. Después negoció con una empresa para poder vender en una plaza fija en Estocolmo durante tres horas en el almuerzo y la cena; para el resto de días obtuvo autorización para parquearse en cualquier comuna de la ciudad para ofrecer sus creaciones culinarias.
“Inicié con almuerzos, como pupusas y tortas al estilo Hula Hula, como yo les llamo, con la variedad de que son de pollo o carne. Ahora también tengo los llamados chicharrones de San Vicente, en honor de un cliente originario de ese departamento que comenzó a pedírmelos. Esos van acompañados con tortilla frita, casamiento, aguacate y chirmol”, explica el cocinero.
En el menú, desde luego, no pueden faltar las tradicionales pupusas de chicharrón, de queso y revueltas, que dicho sea de paso se han convertido en las preferidas de los comensales junto con las tortas.
“También vendo fritada, yuca frita con pepescas o chicharrones, tamales de gallina y de elote, panes con pollo y carne asada al estilo salvadoreño. De postre hay budín de pan, quesadilla y semita pacha”, explica Foghagen.
La aceptación de El Rinconcito Azul ha sido un éxito. “Cuando comencé con la comida a domicilio, mucha gente no sabía quién era, pero poco a poco me fueron conociendo, y dándome confianza al punto de recomendarme con personas de otros países, incluso con suecos, finlandeses, nicaragüenses y colombianos”, indica Mauricio.
De hecho, relata que el fin de semana de la apertura fue muy bueno, pues muchas personas lo visitaron. “Lo más impresionante fue el sábado, que estuve parqueado en un lugar frecuentado por turistas de todo el mundo, y fue un lleno total. Llegaron salvadoreños de muchas partes de Suecia”, comenta emocionado.
El paladar de los suecos, según Mauricio, lo ha conquistado con la yuca frita, y lo atribuye a que muchos de ellos son veganos o padecen alergias a otros ingredientes. “Pero la yuca es muy natural, entonces la pueden comer casi todos, desde luego sin pepescas ni chicharrón”, explica.
INGENIO GUANACO
Como es lógico, los ingredientes de la culinaria salvadoreña no están tal cual disponibles en Suecia, pero Mauricio, quien domina a la perfección el idioma sueco, sabe dónde comprar los mejores productos y adaptarlos.
“Para el chicharrón he encontrado una carne que se adecua para hacer los chicharrones, y el toque criollo se lo dan el tomate, el ajo, chile verde y cebolla”, explica y agrega que incluso muchos comensales lo han felicitado porque eso le ha un sabor inigualable las pupusas revueltas.
Los frijoles rojos los encuentra en los quioscos de los turcos, mientras que el queso sí le ha dado un poco de trabajo porque no hay uno que se parezca al quesillo, por lo mismo ha tenido que probar con distintas mezclas de quesos para conseguir que derrita igual, y de acuerdo con Mauricio ya está logrando dar con la combinación perfecta.
Quienes deseen saborear cualquiera de estas delicias, solo deben estar pendientes de la página de Facebook, en la que un día antes o temprano por la mañana Mauricio comparte la ubicación donde lo podrán encontrar.
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De la misma manera, está presto a ofrecer banquetes para festejos como baby showers, cumpleaños y otros eventos. Además es importante destacar, que con este negocio también da empleo a otros salvadoreños radicados en suelo escandinavo.
A pesar de tener casi dos décadas fuera de El Salvador Mauricio no olvida sus raíces, por lo mismo el logo de su camión de comida es la iglesia de Santo Tomas, con las banderas de El Salvador, la tierra que lo vio nacer, y de Suecia, la nación que le abrió sus puertas y le ha permitido realizar sus sueños.