Coquetear por el móvil ¿Es infidelidad o no? Sexóloga lo explica

En esta era, en que la tecnología está al servicio del amor, es mejor asegurarse de que lo que Instagram te dio, Whatsapp no te lo quite .

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Por E. Amaya

2019-03-04 6:06:49

En la era 3.0 con la diversidad de apps móviles de comunicación, es más fácil que nunca hacer conexiones virtuales de amistad y/o romance, aunque muchas veces la línea entre lo virtual y real se confunden y tienden a generar infidelidades físicas y/o emocionales.

Con la tecnología a favor o en contra ¿dónde inicia realmente la infidelidad? ¿Con la consumación o a partir del coqueteo ya sea virtual o real? Los especialistas sostienen que se inicia sólo con la posibilidad de un tercero.

Coquetear a través del envío de mensajes al móvil siempre permite hacerlo con un poco más de ‘atrevimiento’ que si se hiciera cara a cara, dar un poco de rienda suelta a ciertos sentimientos y cruzar líneas que, de otro modo, no se traspasarían, sobre todo si una o ambas partes ya tiene pareja.

De acuerdo a la sexóloga María Hernando, “Hay quienes no tienen suficientes habilidades sociales para relacionarse abiertamente con otros individuos y, menos aún habilidades de seducción, por lo que intentarlo sin tener a la otra persona delante físicamente puede resultar mucho más sencillo y el lenguaje no verbal no es un impedimento” asegura.

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Tal parece que al desbloquear el móvil, también se desbloquea la mente que se estimula constantemente con diversas reacciones, desde un like a tu nueva foto de perfil, hasta un saludo o pregunta fuera del contexto habitual que se entabló la interacción en un inicio.

Y es que la idealización que se pueda llegar a alcanzar respecto al tipo de mujer u hombre que se cree necesitar o buscar es efervescente y resulta atractiva la inmediatez de respuesta. La experta señala que esta forma de actuar “alimenta la cadena de mensajes e incluso, el morbo que en ocasiones se incentiva tan solo a través de frases cortas, indirectas o emojis, con lo que el coqueteo está servido”.

Pero en respuesta a la pregunta del titular, la respuesta es clara: “usar las nuevas tecnologías para el coqueteo (aunque no haya contacto físico real) si se considera infidelidad”.

En este sentido, Hernando aclara que efectivamente hay un cambio de patrón, “el concepto infidelidad así como los motivos que llevan a ella responden siempre a una serie de regulaciones que cada cultura crea y transforma a lo largo del tiempo”.

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Señala que en la actualidad, hay diferentes tipos de infidelidades, faltas de respeto o compromiso en función de quien los interprete. Besos, caricias, ciber-sexo, sexo con otras personas, coqueteo, piropos, mensajes, chats o líneas telefónicas eróticas”.

Aunque esta sexóloga apunta que en lo académico, existen ligeras discrepancias, los autores coinciden en que hay que diferenciar la infidelidad sexual de la emocional.

Hay a quienes les encanta gustar, saberse atractivo para otros, pero con un nivel bajo de implicación emocional, solo basta lo que dura el coqueteo. Por el contrario, están a los que les encanta seducir, sentir que la otra persona cayó en sus redes gracias a sus estrategias, una sensación de influencia que aumenta su autoestima.

Es en este caso, donde nadie acaba en la cama de nadie, es que las nuevas tecnologías favorecen al coqueteo, solamente por el simple placer de disfrutar ese ‘pícaro’ instante. Pero si juegas con fuego te puedes quemar, porque las nuevas tecnologías son arenas movedizas.

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Ante esto Hernando asegura que lo que está claro es que el ser humano tiene la capacidad (aunque no todos la necesidad o el deseo) de establecer vínculos afectivo o sexuales con una o más personas a lo largo de la vida.

La sexóloga recomienda que lo importante es siempre consensuar un modelo de relación que cumpla los estándares de felicidad y satisfacción. “No podemos dar por sentado que nuestro compañero o compañera va a sentirse traicionado por lo mismo que nosotros. Por eso es importante la comunicación con la pareja para determinar qué prácticas o conductas concretas nos harán desconfiar o sentirnos engañados», concluye.