“Yo no podría aguantar tanto”, exclamó Horacio (nombre ficticio) a su esposa mientras ella leía la experiencia de una mujer cuya pareja le mostraba su amor de formas impredecibles. En esa oportunidad, Horacio escuchaba cómo ese hombre se dedicó a bañar a su mujer pasito a pasito, tiernamente; desde el cabello hasta la punta de los pies. Luego de asearla, la secó, la vistió y la colocó en la cama. Después, la besó de forma amorosa y la dejó descansar. “Imposible, no podría resistirme”, agregó el jefe de familia de 50 años y padre de tres hijos.
En ese momento, su esposa Tatiana lanzó una carcajada y terminó abrazándolo, no sin antes susurrarle al oído probar esa experiencia.
Esta realidad es la de millones de parejas, cuya intimidad se ha reducido al mero coito. La vida en el siglo XXI es tan acelerada, que incluso los encuentros sexuales se reducen al tiempo promedio: 13 minutos —según un estudio realizado por la Universidad Estatal de Pensilvania, que publicó la revista Journal of Sexual Medicine, en el 2008—. Claro está, ese tiempo se limita al momento en que inicia la penetración y concluye la eyaculación. Pero el sexo no es solo eso.
La tendencia del “slow sex” tomó fuerza hace unos cinco a seis años, como una forma de contrarrestar esa aceleración que termina por apagar la llama del deseo.
Literalmente, se trata de sexo lento; pero más que una sesión interminable, es un encuentro integral entre mente y cuerpo, que se extiende al antes y al después del orgasmo.
“El ‘slow sex’ no es una disciplina oriental ni entrega el control del orgasmo. Es la invitación a disfrutar del sexo para brindar mayor calidad a la relación”, afirma el médico psiquiatra, psicoterapeuta y sexólogo clínico argentino Walter Ghedin, autor de una diversidad de libros, como Tipos en la cama, Personalidad y sexualidad, y Amores ansiosos y otras cuestiones del amor.
“Para que el cuerpo físico registre las sensaciones placenteras que se producen en él se requiere de tiempo, detenerse en la acción, sentir y que el sexo no se limite a la penetración”, enfatiza el especialista, en nota publicada en salud180.com.
Tampoco hay que confundirlo con el sexo tántrico, fundamentado en una larga tradición esotérica oriental.
Es más simple que eso. Bajar las revoluciones entre las sábanas invita a las parejas a conocerse a sí mismas, a explorarse y experimentar con las sensaciones. Tampoco es limitarse a los juevos previos. Más bien sugiere retomar el romance, fantasear y potencializar los cinco sentidos. Incluye música, aromas, luces, sabores, ritmo y miradas. La comunicación es fundamental y la propia aceptación.
Trabaja la ambientación previa, la complicidad diaria, el juego de pareja y el disfrute del éxtasis, el ‘slow sex’ te propone olvidarte de los genitales y concentrarte más en tu pareja. Por supuesto, para eso necesitas tiempo, autoconocimiento y verdadero interés. Es una experiencia que debe programarse.
ALGUNAS RECOMENDACIONES
El portal bioguia.com detalla algunas de las claves a tomar en cuenta si se ha tomado la decisión de sumarse a la tendencia del ‘slow sex’.