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Poco serios...

“El que toma las cosas a broma es siempre vencido por el que las toma en serio.” (Santiago Ramón y Cajal)

Por Óscar Picardo Joao

La frase “Latinoamérica es un continente poco serio” se le atribuye al Presidente francés Charles de Gaulle (1944-1946; 1959-1969) luego de realizar una amplia gira en 1964, en dónde visitó Venezuela, Uruguay, Paraguay, Chile, México, Brasil y Argentina, y se reunió con los liderazgos de la época. Intenté verificar en sus intervenciones y discursos, pero no pude encontrar la fuente. No tenemos pruebas que la haya mencionado, pero tampoco dudas… era previsible y a las siguientes probabilidades me remito:

Somos un continente poco serio, se nota muchísimo en la cultura política, a través de las democracias bananeras, de los fraudes, del populismo, de los liderazgos fallidos, de la corrupción generalizada, de los autoritarismos y de la cultura de la impunidad. En dónde los políticos rechazan y huyen de los periodistas, mientras practican en clientelismo y el compadrazgo para enriquecerse.

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Somos un continente poco serio, por los sistemas fallidos de justicia, en dónde no existe el imperio de la ley, seguridad jurídica ni el Estado de derecho, sino un sistema de venganzas judicial que puede llevarse de encuentro a cualquiera por las razones más inverosímiles. En dónde los jueces y magistrados consiguen su cargo por cuotas partidarias y suelen tener un bajo precio.

Somos un continente poco serio, se nota en el subdesarrollo deportivo a través del desempeño en los Juegos Olímpicos de Paris 2024; en dónde arriban delegaciones que van a hacer “turismo deportivo” con marcas y rendimientos muy por debajo de los estándares competitivos; a un costo de cientos de miles de dólares que se derrochan, bajo el pretexto de fogueos y experiencias.

Somos un continente poco serio, se nota en el desempeño universitario y el desarrollo científico; nuestras mejores casas de estudio comienzan a aparecer en los rankings serios a partir del lugar 500, salvo un par de excepciones; siendo invisibles en el mundo de la ciencia y con limitadas patentes eficientes que impacten en la industria.

Somos un continente poco serio, se nota en las cantidades de basura que invaden nuestras calles, en las inundaciones cuando llueve y en los promontorios de basura que aparecen en las playas; sin que nadie se haga responsable; algo que se repite innumerables veces y que es insensiblemente visible. También se nota en la galopante depredación ambiental y en el desprecio por la naturaleza.

Somos un continente poco serio, y es evidente en la planificación urbana caótica y en el tráfico, que cada día vuelve más insoportable transitar en las ciudades y capitales de los países de la región; y en donde las autoridades no hace nada, ya que después se van a vivir a Europa o a Estados Unidos con lo que han robado.

Somos un continente poco serio, y ayuda la sofisticada burocracia de firmas, sellos, fotocopias, trámites innecesarios, para formalizar cualquier procedimiento local, fronterizo o comercial exportador; se nota en las largar filas de camiones en las caóticas fronteras y en las horas o días que perdemos en cualquier trámite.

Somos un continente poco serio, y es visible en las cárceles, lugares deshumanizadores, sin higiene, violentos, que lejos de reeducar representan una escuela de criminalidad sofisticada, bajo la tutela de sistemas corruptos que la alimentan.

Somos un continente poco serio, reino de la droga y del narcotráfico; punto de partida y lugares de paso, en donde exportamos toneladas anuales de marihuana, cocaína y fentanilo, para podrir al mundo, bajo la insensible mirada de las autoridades, que en no pocos casos son parte del negocio. En dónde cada vez es más difícil distinguir a los narcotraficantes entre políticos, empresarios y autoridades gubernamentales.

Somos un continente poco serio, una fábrica potente de migrantes, que se atreven a cruzar el Darién, viajan cientos de kilómetros en el techo de un tren o montan caravanas, huyendo de la violencia, de la miseria y de la falta de empleo.

Somos un continente poco serio, porque compramos las chatarras, automóviles chocados, ropa de segunda mano y armas inservibles, para satisfacer las necesidades de un sistema económico inequitativo. Terminamos siendo el basurero de las naciones desarrolladas y pagamos por ello.

Somos un continente poco serio, porque recibimos cooperación ineficaz que mantiene en el tiempo la pobreza y gran parte de los recursos regresa al país de origen sin que nos demos cuenta. Porque, además, nos envían diplomáticos en formación o castigados, para que aprendan o sufran, antes de ir a un mejor destino a un país desarrollado.

Somos un continente poco serio, en dónde la riqueza está mal distribuida sobre la base de la tenencia de la tierra, la corrupción, los negocios sin ética y un desarrollo industrial centrado en servicios básicos, en dónde no se necesita más que 7º grado de escolaridad. En dónde varias fortunas se han enarbolado sobre la base del contrabando, la evasión tributaria, la explotación y los oligopolios, escondidos detrás de la Responsabilidad Social Empresarial.

Somos un continente poco serio, y se nota en los resultados de pruebas estandarizadas internacionales, en dónde nuestros estudiantes de los sistemas público y privado ostentan el lugar del sótano en Matemáticas, Ciencias y comprensión lectora; siendo esto un augurio para consolidar el tercermundismo y la migración.

Somos un continente poco serio, porque nos acostumbramos a celebrar la piratería, en todas sus formas y posibilidades, sin respetar los derechos de autor, siendo esto más fácil que crear y producir algo innovador. Nos despreocupa lo esencial y nos sorprendemos u optamos por lo superficial y lo aparente; porque conocemos, pero no comprendemos y aplicamos lo que sabemos; y esto es pedagogía pura…

Somos un continente poco serio, porque los puestos más importantes en los gobiernos y en muchas empresas no se obtienen por meritocracia, sino por compadrazgo, clientelismo y amiguismo; y luego se deben contratar asesores que medio sepan para sostener los entuertos gerenciales.

Somos un continente poco serio, diseñado para saltarse la barda, para que el vivo aproveche, para que el honesto haga cola y sufra; para que el que tiene dinero evada impuesto, los de clase media paguen y los pobres dependan indefinidamente de los subsidios.

Somos un continente poco serio, que confunde el votar en las elecciones con la democracia…; fácil de engañar y de persuadir en la política, y a la vez demasiado vivos para timar a los honrados…; más preocupados por el fútbol que por las injusticias…; que necesita saber el precio de todo y el valor de nada…; impuntuales pero afables y solidarios, demasiado “líquidos” para que algo funcione bien.

Somos un continente poco serio, porque nos educaron entre la providencia católica y la predestinación luterana; hipócritamente conservadores y religiosos, bajo el paradigma: peco, rezo luego empato, utilizando a Dios como caja de herramientas; mientras poseemos un alto consumo de pornografía y cosificamos lo femenino bajo un potente paisaje machista.

Somos un continente poco serio, divertido para muchos, con grandes artistas plásticos, músicos y literatos que han descrito las miserias de Latinoamérica; un lugar en dónde todo es posible para pocos e imposible para muchos; en dónde han convivido -y conviven- grandes dictadores, déspotas, narcotraficantes, corruptos, ladrones, traficantes, mafias, gánsteres. Todo un “Poema de Amor”…

Quizá por todo lo anterior, nos han colonizado, saqueado y seguimos ahogados en la pobreza. Latinoamérica es como un perro corriendo detrás de un vehículo; y cuándo este se detiene no sabemos que hacer…

Disclaimer: Somos responsables de lo que escribimos, no de lo que el lector puede interpretar. A través de este material no apoyamos pandillas, criminales, políticos, grupos terroristas, yihadistas, partidos políticos, sectas ni equipos de fútbol… Las ideas vertidas en este material son de carácter académico o periodístico y no forman parte de un movimiento opositor.

Investigador Educativo/opicardo@uoc.edu

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Editoriales Latinoamérica Opinión Oscar Picardo

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