Un remedio novedoso contra las infecciones políticas

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Cuatro de los exempleados administrativos de la Policía Nacional Civil oran antes de que la jueza diera su resolución. Foto EDH / cortesía juzgados

Por Joaquín Samayoa

2019-05-24 8:43:58

Me cuento entre los que hubieran preferido que otro candidato ganara la elección presidencial, pero no por eso dejaré de reconocer el valor de las actuaciones que me parezcan atinadas en el gobierno de Nayib Bukele.

Lo voy a decir rápido y sin rodeos. Me ha parecido muy interesante y me ha sorprendido gratamente la designación de cinco mujeres para posiciones clave en el nuevo gabinete de gobierno. Conozco a tres de ellas y creo que están muy bien calificadas para desempeñarse en esas posiciones, pero más que sus capacidades, suma de formación y experiencia, me alegra que sean mujeres; y más que sean mujeres, veo muy bien que sean nombres y rostros frescos en el gobierno, todas ellas relativamente libres de contaminación política y de esclavitudes ideológicas.

Es temprano para saber si el presidente electo nos va a cumplir o nos va a quedar debiendo con lo de las nuevas ideas, pero es un buen paso empezar formando equipo con nuevas personas. Y ojalá siga empleando esos mismos criterios al seleccionar a quienes completarán el núcleo de su equipo de trabajo, porque casi todos los nombres, ya bien conocidos, de los que se han mantenido cerca de él antes, durante y después la campaña electoral, me generaban mucha desconfianza y bastantes temores. Espero que esas personas no aparezcan más adelante en otras posiciones importantes. Esto último lo digo también rápido y sin rodeos. Si a alguien le pica, está en total libertad para rascarse.

Que una gran parte del gabinete sea femenina abre buenas posibilidades para hacer las cosas de manera diferente. No me agradan los estereotipos, ni los positivos ni los negativos, como criterio para juzgar a las personas, pero hay que reconocer que, en general, las mujeres suelen tener ciertas cualidades que los hombres tenemos de manera más excepcional. Me refiero a cualidades importantes para conducir ciertos asuntos de gobierno; cualidades como la capacidad de empatía, la sensibilidad emocional, la intuición y la inclinación hacia formas no egocéntricas y poco agresivas de resolver conflictos. En la medida en que estas nuevas funcionarias hayan cultivado esas virtudes, habrá más probabilidades de experimentar nuevas formas de hacer política.

Eso sería ya una ganancia. Pero además quiero enfatizar lo atinado de dar oportunidad a personas con un expediente limpio de crímenes y desaciertos políticos. Solo María Ofelia Navarrete (María Chichilco) tuvo un rol activo en el conflicto armado, pero ella es una persona tan sabia en su sencillez, que no se ha dejado contaminar por las cosas más abominables que ocurrieron durante la guerra, ni se ha prestado a desplegar lealtades ideológicas rígidas u obsoletas. Nunca perdió el rumbo. Lo importante para ella sigue siendo ayudar y promover a los más pobres y marginados de esta sociedad.

No sabemos, al fin de cuentas, cuán grande será la participación de mujeres o de gente fresca en el nuevo gobierno, pero si los primeros nombramientos son una indicación de lo que falta por conocerse, creo que el presidente Bukele ha comenzado bien. Y ojalá él mismo se deje transformar por las personas virtuosas a su alrededor, para que se ocupe de lo que debe ocuparse y lo haga con ecuanimidad; para que no se convierta en otro Trump u otro Funes, que viven para pelear con sus adversarios y con fantasmas en una interminable guerra de “tweets” que a nadie benefician.

Hasta ahora, con muy pocas excepciones, los gobiernos han sido una especie de patriarcado y la política un escenario para el combate público entre políticos narcisistas, incompetentes y ambiciosos. Eso es lo primero que debe empezar a cambiar si aspiramos a edificar una sociedad diferente. La mujer no debe seguir relegada a posiciones subordinadas ni a pequeños espacios de decisión y acción, generalmente en ámbitos poco relevantes. Tampoco debe ser forzada a copiar lo peor del género masculino para poder destacarse y tener oportunidades. La mujer salvadoreña ha sido históricamente uno de los pilares más sólidos de nuestra sociedad. Justo es que se le reconozca su valor y se le conceda su espacio de acción.

Y ya que hablo de estos temas en referencia al nuevo gobierno, quisiera extrapolar estas consideraciones al terreno de los partidos políticos, cuya pérdida progresiva de legitimidad los llevó a una aparatosa derrota el 3 de febrero recién pasado y a una crisis interna que los ha seguido desgastando y los está reduciendo a su mínima expresión.
Tanto en ARENA como en el FMLN se está desplegando una lucha de poder que no responde a una mayor conciencia de su propia realidad ni a un planteamiento ideológico claro en cada una de las fracciones contendientes. Son luchas entre dirigentes, jóvenes o viejos, que están ya demasiado gastados, dirigentes que no traen nada nuevo y no entienden que ellos mismos son una parte importante del problema y, por consiguiente, lo mejor que pueden hacer es apartarse y facilitar una auténtica renovación en sus respectivos partidos. De otra forma, las infecciones políticas que los tienen postrados no van a sanar, solo van a seguir enconándose hasta provocarles la muerte.