No es tiempo de cobardía.

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Bryan Tamacas del Alianza FC en jugada ante Ernesto Crespin de Atlético Marte en partido de la fecha 09, fase 2 del torneo Clausura 2021 en el Estadio Cuscatlán de San Salvador. Foto EDH / Yessica Hompanera

Por Paolo Luers

2021-05-02 7:31:28

Todo está dicho sobre el golpe de Estado que cometieron el bloque legislativo de Nuevas Ideas, la PNC y Bukele el 1 de mayo. Todos los argumentos están dichos, en Twitter, en Facebook y en los periódicos; en los comunicados de ANEP, Fusades, la UCA, la UES y docenas de organizaciones civiles; en los pronunciamientos de funcionarios del gobierno de Estados Unidos, de Naciones Unidas, de la OEA; los jóvenes que se manifestaron en la Chulona...

No tengo que repetirlo. Todos los que quieren escuchar ya saben que fue un golpe de Estado, que todos los decretos que aprobó la Asamblea en su primera sesión son inconstitucionales; que los abogados que se juramentaron para sustituir a la Sala y al Fiscal General son usurpadores; que fueron instalados en las oficinas de la Corte y de la FGR por la fuerza, en operativos policiales dirigidos por el comisionado Arriaza y sus lugartenientes; que sólo existe una Sala de lo Constitucional, que además falló contra su remoción.

Pero hay otro aspecto que hay que decir: No es tiempo de cobardía, ni de posiciones tibias, ni de tratar de evitar el conflicto con el poder que emana de Capres.

Los que han tratado de congraciarse con la Bestia, han terminado siendo blanco de ella. Todos hemos visto los ejemplos del alcalde Neto Muyshondt y del fiscal Raúl Melara. Pensaron que “portándose bien” iban a protegerse y salvar sus carreras. Véanlos ahora, humillados, solos e impotentes – y por tanto, sin ninguna fuerza para defenderse.

El fiscal general Melara, al sólo oler lo que se estaba cocinando contra él -o más bien contra la independencia de la fiscalía, hubiera tenido que ir a su despacho, a organizar la resistencia. Sabiendo que en este empate institucional entre la fiscalía y las entidades golpistas (Asamblea y Ejecutivo), solo sus adversarios tienen hombres armados, hubiera dicho: Okay, que me saquen policial por la fuerza, pero en este caso yo ya tengo aquí a periodistas, cámaras y tal vez uno que otro embajador. Me voy a rendir, pero causándoles el costo que deben pagar.

Pero Melara obviamente se acobardó, se escondió a saber dónde, no tomó la palabra, no se comunicó con ninguna radio o televisora. Despareció, y cambió, en su perfil en twitter, su profesión de “fiscal general” a “abogado”. Aceptó la derrota sin haber peleado. Cuando la PNC a medianoche llegó con despliegue de fuerza a la sede de la fiscalía para instalar al fiscal marioneta nombrado por Nuevas Ideas y sus aliados, sólo estaban los vigilantes...

El problema es que todos nosotros que estábamos dispuestos de defender a Melara para defender la independencia de la fiscalía, ya no podemos hacer nada. ¿Cómo defender a un hombre que no se defiende a si mismo ni a su institución?

Algo parecido pasó, cuando uno de los 5 magistrados que fueron blanco del golpe de Estado, renunció a su cargo. Todavía firmó la valiente sentencia de la Sala, y luego abandonó el barco. Cada uno, tanto el fiscal Melara como el magistrado Aldo Cader, puede tener circunstancias (de familia, de salud, económicas) que tiene que tomar en cuenta a la hora de tomar sus decisiones frente a un golpe de Estado. Pero esto no fue un golpe de Estado clásico, donde militares irrumpen en las casas o oficinas de los funcionarios que quieren deponer, y donde uno corre riesgo de que lo fusilen, capturen o torturen. Esto fue en golpe de Estado “civil”, aunque muy poco civilizado.

Tercer ejemplo: Puedo entender que el Procurador de Derechos Humanos está asustado y piensa que puede ser el siguiente en la lista. Muchas veces el presidente le mencionó en sus ataques de rabia. Pero el hombre juró defender los Derechos Humanos y el Estado de Derecho. No puede sacar un comunicado tan tibio como el que publicó el 2 de mayo, en el cual lamenta “la alteración al Estado Constitucional de Derecho”, pero no sin antes asegurar que jamás va a defender a “funcionarios que se han alejado de sus mandatos constitucionales” – para al final llamar “al pueblo a guardar la calma y esperar que el diálogo genere un clima de gobernabilidad...” Disculpe, Lic. Tobar, lo que nos falta no es gobernabilidad sino Estado de Derecho, no nos pida paciencia cuando urge que nos movilicemos para defender la democracia...

No es hora de cobardes. Por eso me alegra ver cuánta gente se pronunció con claridad y valentía: empresarios, gremiales, universidades, profesionales, estudiantes, periodistas. Si queremos salir de esta crisis y recuperar la pérdida de seguridad jurídica frente a un gobierno que abusa su poder, necesitamos que todos salgan de su zona de confort, porque si no, pronto ya no habrá tal refugio por ninguna parte. El 1 de mayo, el concepto tan abstracto de la seguridad jurídica se hizo tangible. Sin Sala y Fiscalía independientes, no habrá a quien apelar cuando suframos abusos del poder.