Varios universitarios que han participado en protestas, al igual que personas críticas al sistema, están siendo expulsados de Estados Unidos o se exponen ser procesados judicialmente.
El secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió que no se concedería una visa o el ingreso a los Estados Unidos a las personas, entre otras cosas, "…porque no nos gusten sus actividades políticas ni sus opiniones...", lo que vulnera gravemente libertad de expresión y de conciencia, el fundamento esencial de toda democracia.
Recientemente, el gobierno francés denunció que un científico de esa nacionalidad fue impedido de entrar a territorio estadounidense porque en su teléfono tenía mensajes con críticas a la actual administración.
Es legítimo que un país busque garantizar su seguridad y la de sus ciudadanos y que pueda proceder contra quienes atenten contra la democracia y el orden, pero no llegar al extremo de que se castigue porque se disiente o se critique. Mientras no se calumnie, insulte en forma directa a una persona o grupo, se cuestione más allá de ciertos naturales límites, poder decir, criticar, señalar, objetar es un válido ejercicio de la libertad de expresión, como cuando se aboga por un grupo perseguido, se señalan errores en una medida gubernamental o se objeta la destrucción del antiguo centro de San Salvador y del piso histórico del Palacio Nacional.
Alzar esas banderas, informar sobre lo impropio o contrario al sentido común o al ordenamiento constitucional es parte de la vida en un país, como lo hemos hecho al objetar la demolición de escuelas y centros educativos o el abandono de clínicas comunales, como en el caso del caserío Upire, en La Unión, que ha forzado a sus pobladores a acudir a clínicas hondureñas para servicios médicos, como hace unos años sucedía lo opuesto: guatemaltecos y hondureños venían a nuestro país para ser tratados.
Además de servir como el vigía que atisba el horizonte para alertar a la gente de tormentas y vendavales, función de los servicios meteorológicos que ahora en Estados Unidos ya no se sirven en inglés y español desde que se declaró el inglés como "lengua oficial" pese a los millones de personas que hablan español como en Florida y California, están los llamados "whistle blowers", el que "suena el silbato" (como los árbitros en los eventos deportivos) en el sentido de denunciar anomalías que alertan a una comunidad o un país de procederes o actos indebidos, desde denunciar reiterados abusos de unas personas contra niños o gente indefensa, hasta saqueos de bienes públicos.
Hay casos que siempre asombran, como el de un esposo o esposa que no reportan la muerte de la pareja para seguir cobrando una pensión, del policía que extorsiona a niñas y mujeres con aplicarles el "régimen de excepción" si no aceptan sus exigencias, a lo que se suma el encarcelamiento por meses y años a personas sin haberles dado oportunidad de defenderse, además de los reos políticos del régimen, principalmente de Ernesto Muyshondt, exalcalde de San Salvador, como asimismo Fidel Zavala, el joven que estuvo preso y fue refundido nuevamente en prisión tras revelar las torturas y atrocidades que se producen en las cárceles salvadoreñas.
Las denuncias de abusos y torturas son ignoradas por la "cool dictadura"
El derrumbe del Estado de Derecho y el nombramiento "a dedo" de magistrados de una "Corte Suprema", que avala todas las ocurrencias de la "dictadura más cool del mundo", ha tenido como consecuencia que en las cárceles se torture, que los carceleros maten gente y se niegue a sacarlos aunque un juez haya decretado su libertad, ha sido denunciado no solo por personas y grupos cívicos en nuestro país sino también por organizaciones internacionales que velan por los derechos humanos.
Las censuras, los señalamientos de organismos internacionales, simplemente son ignorados por el régimen, tan ocupado en sus intereses tanto financieros como políticos...