Una mujer en Taloqan, provincia de Takhar, fue asesinada por los talibanes por salir con ropa colorida y sin burka, un crimen que reporta la cadena Fox y que muestra al mundo cómo la locura y el fanatismo están haciendo retroceder 1,500 años a Afganistán tras la salida de las tropas de Estados Unidos.
Los talibanes son una secta de enloquecidos que se ufanan de crear un “estado islámico”, por lo que aplicarán al pie de la letra la “sharia”, que es la manipulación de la justicia en beneficio de la cúpula en el poder.
La “sharia” se ensaña contra aquellos que se desvían de la doctrina, somete a la mujer a la condición de esclava —incluyendo taparlas de pies a cabeza—, reniega de la tecnología aunque ellos usen en lo personal ordenadores, teléfonos inteligentes, se comuniquen por Tweeter y Facebook, lo que llevó de inmediato a las dos plataformas a cortar de golpe sus servicios en el país.
Los talibanes prohíben escuchar música a la población, ver vídeos, contactar a personas en el exterior, aferrándose a la letra escrita del Corán, además de dar interpretaciones malignas a sus preceptos.
Por ahora los talibanes prometen amnistiar a quienes en alguna medida colaboraron con las fuerzas aliadas (estadounidenses, la OTAN, alemanes, españoles... ), así como respetar las conquistas en lo social y personal de la mujer afgana en los más de 20 años que estuvieron libres, pero lo uno contradice lo otro, pues no pueden seguirse educando niñas ni mujeres si la “sharia” lo prohíbe.
Malala, la joven afgana que fue herida de bala en el rostro por estudiar, premio Nobel de la Paz y ahora refugiada en Inglaterra, al igual que las Naciones Unidas condenan la postura y piden que se respeten las conquistas realizadas por las mujeres en estos últimos 20 años.
Como declaró la joven señora Maidan Shahr, primera alcaldesa de una provincia afgana, “temo mucho por mi vida y la de mis hijos... estoy sin protección alguna esperando lo peor”.
Y sin protección se encuentran mujeres médicos, profesionales, políticas, presentadoras televisivas, cantantes. Nadie puede sentirse seguro con un régimen controlado por fanáticos, integristas, que desde ya anuncian su intención de volver a las raíces puras del Islam.
En gran medida la tragedia de Afganistán es una de las consecuencias del derrocamiento del Shah de Irán por Jimmy “derechos humanos” Carter, que abrió las puertas a enloquecidos ayatolas y en el proceso radicalizó toda la región.
El Sha, que hizo mucho para modernizar a Irán, incluyendo la construcción y puesta en marcha de un ferrocarril que uniera el territorio, era quien mantenía bajo control a los radicales del Medio Oriente.
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