Sin pudor, el dictador turco Erdogan convierte Santa Sofía en mezquita

Hagia Sofía, la Santa Sofía, es una majestuosa obra de arquitectura, un concepto que inspiró la creación de la Basílica de San Marcos en Venecia, que continúa siendo uno de los templos más hermosos del mundo.

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Ricardo García Arbaiza, un médico altruista de Yucuaiquín, murió a los 30 años. Foto/ Cortesía

Por El Diario de Hoy

2020-07-13 6:00:32

La dictadura turca de Erdogan ha dispuesto convertir en mezquita a Santa Sofía, en su momento y por siglos uno de los grandes templos de la Cristiandad en Oriente.

Este disparate revierte lo dispuesto por el gran Ataturk, el estadista que secularizó la nación —hasta ese entonces un pueblo donde los hombres iban en una especie de camisones de dormir y las mujeres tapadas de pies a cabeza— como en prácticamente todos los países musulmanes.

Ataturk los liberó; Erdogan los está reconvirtiendo en siervos de una dictadura y coartando una a una sus libertades previas.
Hagia Sofía, la Santa Sofía o la Santa Sabiduría de Dios, es una majestuosa obra de arquitectura en Estambul (antigua Constantinopla), un concepto que inspiró la creación de la Basílica de San Marcos en Venecia, que continúa siendo uno de los templos más hermosos del mundo.

Inaugurada el 15 de febrero del 360, durante el reinado del emperador romano de Oriente, Constancio II, la Santa Sofía va a transformarse en un espacio islamizado y una bofetada al mundo cristiano, algo que impensable de suceder con una mezquita histórica.

Casi desde el instante en que los turcos conquistaron Constantinopla, en 1453, procedieron a arrancar los maravillosos mosaicos que cubrían su interno, mosaicos sobre fondos de oro, lo que fue una profanación a un templo, pero más grave, a una esplendorosa creación artística del espíritu humano, como sería igualmente si se destruyeran las dos grandes mezquitas de la gran plaza de Isfahán, otro patrimonio artístico de la humanidad.

En una menor medida, lo que fue el interno de Hagia Sofía puede admirarse tanto en la Catedral de Monreale como en la Capilla Palatina, ambas en Palermo, Sicilia.

Desde 1934, por disposición del gobierno secular, era un museo con acceso a todo público, porque en realidad es un patrimonio histórico y arquitectónico de toda la humanidad.

A lo largo de Asia hasta llegar a lo que fue hasta hace pocos días la libre ciudad de Hong Kong

Asia está pletórica de maravillas, un continente donde incontables generaciones de creadores, artistas, iluminados, guerreros, han dejado su huella.

La nación, o subcontinente, donde hay más diversidad de culturas, de pasmosos conjuntos palaciegos, de maravillosas creaciones artísticas es India; cada región tiene su carácter, su historia, sus latentes conflictos.
Tras las independencia del dominio inglés en 1947, Jawaharlal Nehru, el entonces primer ministro de la India, la integró al movimiento de los No Alineados… no alineados a Occidente pero sí a la Unión Soviética…

Nueva Delhi, el centro político con sus modernas edificaciones y bulevares, es una extensión de la vieja Delhi, donde bazares, barriadas y fábricas interactúan entre sí. La joya de la corona es el Fuerte Rojo, construido por los mogules. Y en un espacio especial está la columna de hierro, de desconocida procedencia, que es un hierro tan puro que por siglos ha estado a la intemperie sin oxidarse, a lo que se agrega la comida hindú, de las más deleitosas del mundo, con sus preparaciones tandoori, arroces y vegetales bañados en curry…

Cerca está Agra con el Taj Mahal; más adelante Benares, la ciudad sagrada al borde del Ganges, donde incineran cadáveres; Calcuta, bordeando el mar, al centro los templos eróticos de Konarak, al sur la pequeña iglesia cristiana donde reposan los restos de Santo Tomás, el apóstol que dudó de la Resurrección de Cristo, patrono de los buenos abogados de “hasta no ver, no creer”.

Y así de país en país hasta llegar hasta lo que fue un enclave de libertad, Hong Kong…