Sigue el régimen con sus meneos para censurar y perseguir a críticos

Cualquier trolecracia es la negación del Orden de Leyes y de un esquema democrático de vida al violentar la seguridad de la mayoría de los pobladores de una nación, además de engañar a la gente sobre realidades y posibilidades que tenga el entorno en el cual viven.

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Foto de referencia / Archivo / Foto Por Diana Escalante

Por El Diario de Hoy

2020-01-06 8:16:11

El acoso digital a periodistas críticos al oficialismo y la censura previa a través de amenazas y castigo a través de la pauta publicitaria oficial son dos graves violaciones a la libertad de expresión que se han producido en El Salvador, señala Edison Lanza, Relator Especial de Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), coincidiendo con las denuncias que sobre el tema hace la Asociación de Periodistas de El Salvador (APES).

Medios independientes, comunicadores, columnistas, personas que escriben y toman parte en programas noticiosos, ciudadanos, han sido vilipendiados, amenazados o perseguidos en una u otra forma por personeros del gobierno, grupos o troleros afines, lo que constituye una pre-censura, un claro mensaje: quien se atreva a criticar, correrá la misma suerte.

Cualquier trolecracia es la negación del Orden de Leyes y de un esquema democrático de vida al violentar la seguridad de la mayoría de los pobladores de una nación, además de engañar a la gente sobre realidades y posibilidades que tenga el entorno en el cual viven.

Como lo denunció el autor y visionario inglés George Orwell en su obra 1984, “el gran hermano te vigila”, te vigila para perseguirte y aniquilarte si te sales de los carriles que se te designan.

El ambiente aberrante es lo que hemos presenciado estos últimos años y resume el horror que sufren los cubanos y los siervos de todas la dictaduras, incluyendo la narcodictadura venezolana: a los que piensan distinto, o actúan distinto a lo que se espera de ellos, se les machaca, se les aplican multas, se le echa basura frente a sus viviendas, se les saca de sus empleos y en ciertos casos se asesinan.

Por otra parte, los miembros de las argollas del mando cometen abusos, persiguen por su cuenta, tapan los delitos y faltas cometidas por parientes y allegados.

Esos abusos fueron norma en los dos regímenes efemelenistas, que persiguieron sin tregua opositores.

Nadie es dueño de la verdad ni menos reyecitos de ocasión

Los antiguos romanos aconsejaban que de no tener amigos que señalen nuestros errores, que busquemos enemigos que lo hagan, que nos ayuden a poner los pies sobre la tierra, pensar como Sócrates que “solo sabía que nada sabía”.

En la inmensidad de conocimientos acumulados durante siglos, o en los últimos dos años, apenas podemos pretender estar al tanto de algunas migajas que recogimos en el andar de nuestra vida.

Hace pocos días, en un discurso que pronunció frente a jóvenes que ese día se graduaban de una gran universidad estadounidense, Arnold Schwarzeneger dijo que las personas podían llamarle como quisieran-Arnold, Governator, Arnie, etc.- pero que nunca dijeran que era un hombre que se había forjado a sí mismo, pues todos “somos lo que somos” gracias a la ayuda de muchos otros.

Esta ayuda la encontramos en gran parte en los contenidos de los medios de difusión y en lo que críticos, analistas, grupos sociales, tanques de pensamiento, políticos y personajes variopintos dicen o declaran.

Nadie es dueño de la verdad ni menos puede pretender ser el censor de una sociedad entera, como ya sufrimos los de EL DIARIO DE HOY durante la dictadura de Martínez: se nos forzaba presentar al esbirro martinista impresiones de las páginas antes de publicarse.