Sesenta años de servidumbre y exportación de odio

Marxismo, o comunismo o socialismo si se le quiere llamar, o chavismo a ultranza, está siempre hermanado a la censura, a la manipulación de la persona, a la carencia de lo elemental, al espionaje de unos sobre otros.

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2019-01-06 8:19:29

Los sesenta años del castrismo son uno de los efectos de los cien años de marxismo, marcados por cien millones de muertos y miseria generalizada. Las privaciones que son norma en Cuba, son el signo venezolano, caracterizaron el bloque soviético y marcaron los años de Mao en China, años de muerte, censura y hambre, encajan con lo que es celda en Cuba, el gran campo de concentración del momento que fomenta la muerte y la locura en el resto de América.

China Continental, con la que los efemelenistas llevaron al país a establecer relaciones de manera sorpresiva, que se había modernizado pero está cayendo de nuevo en el mesianismo, lo que le hizo felicitar a Cuba por el aniversario de la servidumbre.

Y en eso se unen a los venezolanos en su miseria y su dependencia de la droga, no los venezolanos que sufren sino los que han esclavizado a sus connacionales, como se identifican con Ortega y la salvaje recesión que está perpetrando en Nicaragua, otro país en la cadena de la droga.

Marxismo, o comunismo o socialismo si se le quiere llamar, o chavismo a ultranza, está siempre hermanado a la censura, a la manipulación de la persona, a la carencia de lo elemental, al espionaje de unos sobre otros.

El marxismo es lo que mueve a sicópatas y mesiánicos, a los que se creen por encima del resto con licencia para decidir sobre sus vidas, en los asesinos seriales que creen que su misión es eliminar físicamente a los que están en el camino de lo que llaman “la revolución”. Son los asesinos de los intelectuales que piensan con sensatez y nobleza de miras, los que matan a palos a estudiantes o campesinos que rehusan a dejar su condición de jóvenes con vida y alegres, a los que les es repugnante la vida en un campo de concentración.

Persiguen el pensamiento, la alegría, el colorido, la palabra, la vida misma

¿Qué sucede en esas sociedades regimentadas por los mesiánicos del comunismo?

Se persigue el pensamiento, se persigue la alegría, se persigue el colorido, se persigue la amistad y se persigue la información, el saber de lo que pasa en el mundo más allá de los muros que los separan de él, aunque se trate del mar Caribe.

Se persigue la iniciativa, se persigue el deseo de superación, se persigue la disidencia…

Los mesiánicos, se trate de Marx, de Idi Amín, de Hitler o de Stalin, pretenden imponer a cualquier costo sus diabólicos esquemas, como cuando Mao uniformó en un igual gabán azul a toda la China y lanzó sus bandas de jóvenes enloquecidos a destruir mucho del patrimonio artístico y cultural de esa civilización, como los enloquecidos del ISIS destruyeron la tumba de Jonás y las ruinas de Palmira, dos preciosos patrimonios culturales de la humanidad, lo que no les diferencia de los yihadistas musulmanes de hoy en día o los que destruyeron los mosaicos esplendorosos de Hagia Sofía cuando Estambul cayó en manos de un fanático.

Ya hemos narrado en estas páginas la diferencia en bienestar, en comidas, en alegría, en libertad, entre la Alemania Oriental y la Alemania “explotada” del capitalismo.

Sesenta años de servidumbre, miseria y represión en Cuba son una vergüenza para la “comunidad internacional”, una señal de que el mundo no logra sacudirse la perfidia y la maldad que reside entre todos….