El asesinato del poeta Roque Dalton sigue impune 45 años después

Los restos de Dalton jamás fueron hallados, pues los homicidas, que están vivos y nunca fueron encarcelados, fueron a tirarlos a El Playón, en Quezaltepeque, para que las aves de rapiña los devoraran.

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Por El Diario de Hoy

2020-05-28 9:03:31

El 10 de mayo pasado se cumplieron 45 años del asesinato del poeta Roque Dalton, perpetrado por sus compañeros del ERP que lo acusaban de ser “espía de la CIA”, de comportamientos reñidos con la “disciplina revolucionaria”, de ser bohemio y darse tragos.
Los restos de Dalton jamás fueron hallados, pues los homicidas, que están vivos y nunca fueron encarcelados, fueron a tirarlos a El Playón, en Quezaltepeque, para que las aves de rapiña los devoraran.
No comportarse “revolucionariamente”, enamorar chicas, oír música de moda —lo usual, como decimos, entre los jóvenes de todas las latitudes— para los marxistas embrutecidos es un pecado mortal, razón para asesinar a alguien de una manera atroz.
Junto a Dalton mataron a José Armando Arteaga, (a) Pancho, otro miembro del ERP, por similares acusaciones. Los dos fueron secuestrados y confinados en una “casa de seguridad” del grupo, aparentemente torturados y asesinados allí, para luego, como dijimos, tirar sus restos entre la lava petrificada.
Retrospectivamente el entonces cabecilla del grupo, Villalobos, dijo estar “muy arrepentido” del asesinato, lo que no fue obstáculo para continuar en esas horribles prácticas en los años siguientes, en lo que él llamó “pecados de juventud”.
El que oyeran música y se enamoraran de las muchachas guerrilleras, graves conductas “antirrevolucionarias”, es lo que llevó al sicópata Mayo Sibrián a asesinar a jóvenes a quienes había reclutado para convertirlos en subversivos. Tras acusarlos de ser espías del Ejército, los colgaba de los pies y les daba de palos hasta partirles la cabeza, todo mientras el sicópata supremo de la banda ordenaba, por radio, “tú dales…”. El mismo que asesinó a Mélida Anaya, al ex-canciller Mauricio Borgonovo y antes al embajador de Sudáfrica, Archibald Gardner Dunn, entre muchos otros espeluznantes asesinatos.
Un millar de guerrilleros jóvenes fueron sus víctimas, según crónicas de la época.
Los marxistas enloquecidos, como el famoso personaje James Bond del escritor Ian Fleming, se creen poseer una “licencia para matar”, por estar sobre el bien y el mal, destruir naciones, grupos sociales, familias, patrimonios culturales, como hicieron los del ISIS y talibanes. Esa “licencia” les llevó en El Salvador a realizar sangrientas purgas dentro de las filas del grupo de Roque, lo que produjo un cisma y la formación de otra agrupación a la que siguieron persiguiendo a muerte.
Esto mismo les sucedió a los más de 600,000 exmiembros del Partido Comunista Soviético que Stalin ordenó ejecutar poco antes de la Segunda Guerra Mundial, o las purgas ordenadas por Mao para deshacerse de rivales dentro del partido, aunque nunca llegó a los extremos de Kim Jong Un, el déspota de Corea del Norte, que hizo que su tío fuera arrojado a una jaula de feroces perros hambrientos.
Stalin ordenaba pogromos, mató de hambre a sus propios connacionales de Georgia, ejecutaba a los pequeños terratenientes que se oponían a la colectivización de la agricultura…

Los poetas iluminan el camino de todos, crean hermosos fulgores en el horizonte

Un poeta es siempre un regalo para los hombres de su tiempo, pues sus visiones, lo que intuyen y da cuerpo a sus versos es como un fulgor en el horizonte…
En una magistral película de Buñuel rodada en México, Los Olvidados, un muchacho carismático, bien parecido, va involucrándose en una serie de aventuras con hampones, que al final lo asesinan y tiran a un basurero, hampones como los asesinos de Roque.