El régimen ha mostrado capacidad para destruir lo bueno que tenemos

Un caso, entre muchos otros, de cerrar empresas que generan mucho empleo, consumen grandes cantidades de productos agrícolas y satisfacen necesidades vitales de un alto porcentaje de salvadoreños, es el de los fabricantes de los tradicionales “churritos”

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Eduardo Escobar de Acción Ciudadana. Foto EDH/Violeta Rivas

Por El Diario de Hoy

2020-05-14 9:14:10

El régimen demuestra continuamente su gran capacidad para cerrar empresas, incrementar el desempleo, no tomar en consideración las necesidades de los pobladores, poner oídos sordos a lo que aconsejan epidemiólogos, profesionales experimentados en combatir la propagación de enfermedades como fue el caso del dengue.
Literalmente se va de ocurrencia en ocurrencia, de desplante en desplante, de error en error.
Un caso, entre muchos otros, de cerrar empresas que generan mucho empleo, consumen grandes cantidades de productos agrícolas y satisfacen necesidades vitales de un alto porcentaje de salvadoreños, es el de los fabricantes de los llamados “churritos”, que pese al nombre con que se les conoce, son un alimento sano, higiénico y a bajo costo de los salvadoreños.
Como ya dijimos en una ocasión, con dos bolsas de “churritos”, o platanitos y nueces, un transportista, un trabajador manual, estudiantes, personal de clínicas, almuerzan, sin verse forzados a cocinar.
Cierran la fábrica de “churritos” y dejan a muchos agricultores que les suministran productos en el aire y sin saber si deben reanudar siembras aprovechando este mes.
El hambre, la miseria, el desempleo no son monedas de cambio, como lo dice Federico Hernández, director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industria.
Hasta quejarse se está prohibiendo: muchos grupos, y particularmente vendedores informales en el centro de San Salvador, han sacado banderas blancas para decir al país “tenemos hambre”, pero funcionarios de la Alcaldía de San Salvador, que aparentemente está en una especie de contubernio con el régimen, se los prohibieron, como grupos de policías hostigan a muchos automovilistas y vecindarios que expresan su inconformidad sonando sus claxons, igual como en Chile y antes de despanchurrarse el régimen de Allende, la población, noche tras noche, montaba grandes bullicios a puros cacerolazos.
Es obvio que hambre no tienen los que forman el grupo alrededor de su excelencia, lo que en cierta manera explica el airado y contundente rechazo a formar parte de una comisión que fiscalice los gastos del régimen.
Bukele insultó a Javier Siman diciéndole que no lo reconocía como vocero válido del sector productivo nacional, pero éste de inmediato recibió el respaldo de prácticamente todas las gremiales y grupos de trabajo del país.
“Seguiremos diciendo la verdad y trabajando por El Salvador”, respondió Siman.
Bukele no puede seguir pretendiendo que actúa dentro de una burbuja, que nada o muy poco de lo que aquí sucede se conoce en el exterior. Pero eso habrá sido muy al principio de su régimen.

El mundo está alarmado por nosotros, expuestos a las peores barbaridades

Esta semana varios medios en el mundo, comenzando por el periódico ABC de Madrid, publicaron la historia y fotografía del joven esposado cuya familia denunció que murió tras sufrir torturas mientras estaba detenido en una delegación policial de Zacatecoluca.
Los salvajes, sin duda, han seguido los ejemplos de cruda arbitrariedad y desdén por los derechos de otros de su gran jefe, una actitud que afortunadamente no es generalizada en la corporación.
Con los efemelenistas, que nos endeudaron sin piedad para lograr el “buen vivir” —el de ellos mismos, por supuesto—, el país se detuvo en su desarrollo. A partir de esos años, en lugar de seguir el camino hacia el desarrollo, la convivencia y la erradicación de la pobreza, hemos ido en sentido contrario, volviendo a la jungla.
Lo que viene sucediendo en estos últimos meses es absolutamente incompatible con la civilidad.