Para mitigar el hacinamiento en las cárceles, ampliarlas por módulos sería una solución que encaja con las normas internacionales establecidas en memoria del sudafricano Nelson Mandela, que pasó casi 30 años en prisión por oponerse al "apartheid" o segregación racial en su país.
Mandela fraguó una amistad muy estrecha con sus carceleros, que valoraban su personalidad y sus conocimientos como graduado en filosofía en una universidad, todo lo que al final le llevó a ser el primer presidente negro de Sudáfrica elegido en comicios generales.
La experiencia de Mandela, agregada a los aportes de organizaciones que velan por los derechos humanos, ha establecido normas que deben aplicarse a todos los reos, desde delincuentes "menores" (como el drama de Víctor Hugo "Los Miserables", que narra la persecución de un hombre que robó una hogaza de pan para su familia), hasta asesinos que son luego ejecutados, en muchos casos en Estados Unidos por fusilamiento "por ser seguro y rápido", lo que en parte se ilustra en la hermosa y dramática pintura casi mural de Goya sobre "los fusilamientos del Tres de Mayo de 1808" que se atesora en el Museo del Prado.
En diciembre de 2015, la Asamblea General de la ONU aprobó por unanimidad las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos, las que denominó en honor del ya fallecido expresidente de Sudáfrica, quien siempre abogó por un trato justo y humano para todas las personas, incluidos los reclusos.
En una cárcel todos los confinados son seres indefensos a merced de sus carceleros, los que en nuestro saqueado país con frecuencia torturan a los reos por la menor falta, a lo que se suman las muertes no reportadas, los maltratos a los presos políticos como el exalcalde Ernesto Muyshondt y las penas "mínimas" tanto para culpables como inocentes de alrededor de tres años, lo que ha causado que muchos reos con enfermedades terminales mueran en las prisiones, como fue el caso de un pobre joven acusado de "asociaciones ilícitas" (la acusación a la que echan mano para todo) salió de la cárcel después de tres años y fue hospitalizado, pues dentro de las siniestras penitenciarías de la dictadura no hay atención médica que no pase de lo mínimo, como en los tiempos cuando el celador le ponía al reo la mano en la frente para saber si "estaba con calentura" y en el mejor de los casos recibía una aspirina.
Durante la cuarentena por el covid, soldados a cargo de un campo de concentración para viajeros recién llegados se negaron por sí y ante sí a entregar a un profesional una medicina vital para su tratamiento del corazón y murió poco después, como ocurre con vigilantes de hospitales del Seguro Social u hospitales públicos que se atreven a decidir si un paciente merece recibir atención o no.
Pero la inhumanidad, la absoluta falta de compasión o más bien sadismo en alto grado, lo que caracteriza a monstruos como Putin, Díaz-Canel, Maduro y Ortega, es siempre la causa de los infiernos sobre la Tierra. Putin ordenó bombardear un templo cristiano-ortodoxo cuando celebraban el Domingo de Ramos, causando muchos muertos y entre ellos niños...
"Aquí te quedas hasta que tu vida quede arruinada para siempre"
Debido a que las redadas de inmigrantes en Estados Unidos se están llevando a cabo sin dar oportunidad a las personas a defenderse, un salvadoreño que estaba legalmente en Estados Unidos y cuya esposa estadounidense está para dar a luz, fue enviado a El Salvador "por error" y una jueza ha reclamado su retorno, pero la dictadura dice que no lo devolverá, lo que prácticamente equivale a un "aquí te quedas hasta que tu vida este arruinada, pues eso siempre nos divierte, el sufrimiento ajeno...".
Similar placer tenía Vlad de Transilvania con sus víctimas, aunque lo justificó diciendo que era para impedir que los musulmanes se apoderaran de Europa...