Por hacerles un bien a las empleadas de casa se les puede perjudicar

Desde hace un tiempo se propone que empleadas del hogar, o señoras que lavan ropa, sean incorporadas al Seguro Social, que obligatoriamente se les reconozcan todas las prestaciones de ley, que obtengan un salario “digno”, algo que todos desearíamos, pero que tiene sus consecuencias

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Por El Diario de Hoy

2019-06-18 6:00:03

Las personas que lavan ropa no deben ser esclavas de nadie, pero el empobrecimiento que sufre el país a causa de las disparatadas políticas de los efemelenistas, de su corrupción y su colosal incapacidad para administrar lo que caiga en sus manos, ha forzado a muchísimas personas a ganarse la vida como pueden.

La corrupción en el manejo de los servicios públicos, el saqueo perpetrado por los salientes funcionarios al dejar sus puestos y en particular los encargados del sistema de salud, coloca a gran parte de los salvadoreños contra la pared, rogando a Dios no enfermarse o sufrir percances.

Literalmente muchos se ven forzados a escoger entre el menor de distintos males, como vender en aceras, volver a sus pueblos de origen, seguir en barriadas tomadas por criminales.

Desde hace un tiempo se propone que empleadas del hogar, o señoras que lavan ropa, sean incorporadas al Seguro Social, que obligatoriamente se les reconozcan todas las prestaciones que determina la ley a empleados formales, que obtengan un salario “digno”, algo que todos desearíamos, pero esto dejaría en la calle a un enorme número de empleadas de hogar cuyos empleadores con dificultad salen adelante cada mes.

Una experiencia aleccionadora se tuvo a inicios de los Años Sesenta, cuando las políticas de John Kennedy a través de la “Alianza para el Progreso” no solo estuvieron a punto de arruinarnos, sino que destruyeron muchos sectores, entre ellos a los aprendices. Se llegó a alegar que el esquema del aprendizaje era opresivo, por lo que los jóvenes tenían que recibir un salario “digno”, prestaciones “dignas”, estar inscritos en el Seguro Social…

Las regulaciones fueron puestas en pie por decreto del nefasto finado expresidente Julio Rivera, con un resultado fulminante:

De un día a otro desaparecieron los aprendices, pues ningún taller, comercio, empresa o negocio podía pagar eso a un aprendiz.

Y hasta la fecha la cruzada contra los aprendices sigue en pie por presión internacional y de entes financiados por sindicatos estadounidenses que no quieren competencia de los países del Segundo o Tercer mundos. O del Quinto, donde estamos por obra de los socialistas del Siglo XX.

En este vergel de Dios que es El Salvador se dan familias que cuidan a sus empleados del hogar como parientes estimados, que los mandan donde sus médicos cuando enferman, que los tratan con cariño y respeto.

Por desgracia hay familias con miembros groseros, lo que coloca ante sus empleados la disyuntiva de escoger entre la menos mala de las alternativas que un país saqueado puede ofrecer.

Solo piénsese que el robo que hicieron los rojos al sistema de pensiones -robaron tres mil millones de dólares- condena a un alto porcentaje de los trabajadores salvadoreños a una vejez precaria.

No miden las consecuencias de reventar al ISSS

Los que proponen la incorporación de los empleados del hogar al Seguro obviamente no miden las obvias consecuencias: reducir drásticamente las opciones de empleo de muchachas, jóvenes y señoras de todos los ámbitos de esta tierra, así como reventar a una institución que ya no puede con todos los afiliados, sus cónyuges y hasta sus hijos infantes y adolescentes. Pues a menos que baje maná del cielo o los obispos holandeses y noruegos “paguen la diferencia”, el resultado será desocupación y zozobra para un enorme número de personas y familias en un país aporreado por las tonterías de políticos.