No se les quita de la cabeza robar los ahorros de los trabajadores

Fitch señala que las entidades financieras internacionales ven con mucha preocupación las graves violaciones a la democracia del régimen salvadoreño y, por encima de todo, la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal General.

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Por El Diario de Hoy

2021-10-24 8:35:57

Los graves huecos financieros del régimen salvadoreño señala la calificadora internacional Fitch, que no encuentra una salida fácil para financiar el presupuesto de 2022.
Lo anterior apunta a la “salida fácil” al problema, fácil para ellos pero ruinosa y perversa para la población: robarse los ahorros de los trabajadores, ofreciendo inclusive una pensión “solidaria” para todos, los pasteles en el cielo, “pies in the sky”, el anzuelo para atrapar nul-pensantes, la venta de ilusiones, pero que conducen a un futuro de gran opulencia para la familia en el poder y desastre para el resto.
Dicho sea de paso, al actual sistema de pensiones le cabe el mérito de haber guardado durante 23 años 12,000 millones de dólares de ahorros de los trabajadores, los cuales ahora están en peligro.
Todo esto aunque los incondicionales del régimen lleguen al colmo de la ignorancia asegurando que “Fitch es la equivocada y no el ministerio de Hacienda”.
Fitch, al igual que el connotado economista Steve Hanke, señala el grave error de adoptar como moneda alternativa el bitcoin, la moneda que se presta al lavado y que ha causado varios desastres, como asignar millones de dólares a un número de usuarios, prestarse a suplantar identidades, confundir a la inmensa mayoría de gente. Literalmente lo del bitcoin se ha manejado con los pies, con gran torpeza, sumando a los quebrantos y desmadre general.
La calificadora internacional señala que las entidades financieras internacionales ven con mucha preocupación las graves violaciones a la democracia del régimen y, por encima de todo, la destitución de los magistrados de la Sala de lo Constitucional y del Fiscal, entre otros abusos.
No debe nadie sorprenderse del despelote, pues ir de ocurrencia en ocurrencia, siguiendo la propia nariz y no la brújula o las estrellas, es encaminarse al naufragio donde únicamente hay un bote salvavidas reservado a la “familia real” y la argolla.
Gran parte del presupuesto es para mantener la soldadesca, la que anda dando cachetadas y empujones pero que no actúa cuando, como inaudito ejemplo, una señora denuncia entre lágrimas que un motorista del partido oficial violó a una niña.

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A lo anterior hay que agregar que hasta el momento no se ha abandonado el proyecto de incrementar el ejército pero a costa de los servicios asistenciales y la enseñanza, lo que lleva a la lógica interrogante: ¿qué se puede esperar de un país donde hay más personas con mentalidad represiva, que jóvenes y adultos preparados para producir, mejorar sus entornos y sus comunidades, ser competitivos?
Es la diferencia entre quienes dependen de la paga y los que deben esforzarse para ganar su sustento, apoyar a sus familias y comunidades con su esfuerzo, cumpliendo la ley de hierro de los países conocidos como los “Tigres del Asia”: si no trabajas no comes, como enseñó también San Pablo, el gran Apóstol de las Gentes.
La actitud normal del salvadoreño ha sido la de ser muy trabajador, ganarse el título de “los japoneses de Centro-América”, cumplir con el precepto bíblico de “ganarás el pan con el sudor de tu frente”, no “hazte del pan robando a otros”.
La meta, el objetivo de toda nación que se respeta a sí misma y que se cuida de no caer en manos de mercaderes de ilusiones, debe ser educar lo mejor posible a la gente, despachar a jóvenes y a la mayor cantidad de pobladores con las herramientas para progresar, ser buenos ciudadanos.
Pero como se dice —falsamente— del cangrejo, en vez de avanzar, vamos aceleradamente para atrás...