Una ciega intolerancia es lo que caracteriza al régimen actual

Combatir la intolerancia es igual que poner los pies sobre la tierra, reconocer que tanto en la naturaleza, en el cosmos, como en la esfera del espíritu hay sutiles, infinitesimales saltos de un punto al siguiente.

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Foto EDH/ David Martínez

Por El Diario de Hoy

2020-06-11 8:41:09

La intolerancia, un grave vicio tanto personal como colectivo, es el rechazo sin fundamento a las posturas, ideas o hasta la misma existencia de otros, lo que generó el Holocausto y que al día de hoy se manifiesta en las persecuciones de dictadores, mesiánicos y grupos religiosos a quienes no se doblegan ante ellos.
Ya comentamos la condena de los enloquecidos ayatolas iraníes a una pareja de sus connacionales por haber colocado imágenes de ellos mismos en Instagram: dieciséis años de cárcel, latigazos… la pareja se ha refugiado en Turquía; entre los cargos está que la señora aparece sin el “hiyab”, el velo que toda mujer está forzada a llevar sin mostrar nada de su cabello, además de las largas faldas que los musulmanes imponen a la mujer, una señal de sumisión. Se les toma como seres de segunda clase…
La intolerancia es una variante del maniqueísmo, ver al mundo como blanco o negro, bueno o malo, “conmigo o contra mí”, sin áreas intermedias, sin la posibilidad de que existan matices, puentes, entendimientos.
Combatir la intolerancia es igual que poner los pies sobre la tierra, reconocer que tanto en la naturaleza, en el cosmos, como en la esfera del espíritu hay sutiles, infinitesimales saltos de un punto al siguiente.
Las posturas de Bukele son, en tal sentido, maniqueístas: o estás conmigo o estás contra mí, sin reconocer que se puede estar de acuerdo en algunos puntos, en duda en otros y en desacuerdo en mucho o poco, o simplemente ser neutral.
El último desplante fue no presentarse ni enviar representantes a una convocatoria en la Universidad Centroamericana (UCA) para que el Ejecutivo y la Asamblea acordaran nuevas leyes, acordes a las exigencias de la Sala de lo Constitucional, para el respeto de los derechos humanos en el estado de emergencia y cuarentena.
El excelentísimo señor presidente va de caprichito en caprichito, de pataleta en pataleta, de agresión en agresión. Sus funcionarios, aun siendo abogados varios de ellos y sabiendo que las órdenes judiciales se cumplen, pretenden desacreditar los fallos de la Sala de lo Constitucional, así como los troles afines al oficialismo se dedican a publicar amenazas con las fotografías de los magistrados en las redes sociales, al mismo tiempo que sindicalistas en la misma línea se toman calles haciendo otro tanto.

“Somos amigos de Sócrates”, pero más amigos de la razón, de los principios, de la libertad

El argumento de Bukele para no presentarse ni enviar representantes fue que la UCA no es un campo “neutral”…
Campos “neutrales” no existen, ni aunque la reunión se llevara a cabo en un potrero, al descampado. Cada participante tiene sus convicciones, su experiencia, sus criterios.
Lo que vale no es que cada miembro en una mesa de discusión, o en este caso representantes de dos poderes del Estado, sean “neutrales”, que el escenario que sirva de marco sea “neutral”, sino que las partes estén preparadas a mantener la discusión en la esfera de lo racional, a respetar reglas, a no mentir. Y en todo caso lo esencial es que se busque el bien común, el beneficio de un pueblo saqueado, engañado tantas veces, golpeado por una espantosa pandemia y una catástrofe natural.
Bukele lo único que parece priorizar es su provecho personal, el de su familia, de sus allegados…
Nosotros “somos amigos de Sócrates” pero más amigos de la democracia, de los principios morales, de la razón y, encima de todo, de la libertad. Igual, con toda seguridad, piensan así los salvadoreños honestos, la gente decente.