“La muerte en Venecia”, el drama de un hombre que sucumbe a la peste

La peste que azotó a Venecia, posiblemente un brote de tifoidea, un mal que mataba millones de personas hasta el descubrimiento de los antibióticos, es una de las tantas plagas que vienen victimizando a los hombres desde tiempos inmemoriales

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Se tomó una fotografía el 21 de abril de 2020, muestra a los médicos usando equipo de protección personal (EPP) mientras tratan a un paciente infectado con el nuevo coronavirus, que está en un respirador en la sala de aislamiento del Instituto Nacional de Pulmonología Koranyi de Budapest en medio del nuevo coronavirus pandemia. AFP

Por El Diario de Hoy

2020-04-22 11:27:01

En su más conocida obra, “La Muerte en Venecia”, Thomas Mann describe las últimas semanas de la vida de un alemán que va a pasar vacaciones en Venecia cuando en la ciudad hay varios casos de una peste, cuya ruta de la muerte se origina en el Oriente europeo hasta golpear la ciudad pero sin convertirse en una epidemia total.

En la escena final el personaje, magistralmente interpretado por Dirk Bogarde, está sentado en una “chaise lounge” a la orilla de la playa y comienza a sentir los mortales efectos de la enfermedad; muy cerca está sentada una hermosa y distinguida señora, interpretada por Silvana Mangano, cuyo hijo, un joven efebo, entra al mar en un alucinante juego de luces, agua, lo último que ve el moribundo…

Venecia no tiene playas; éstas se encuentran en la barrera que separa la ciudad del Adriático, el Lido, un lugar estupendo para vacacionar en el verano cuyo apelativo es sinónimo de “playa, balneario”.

En toda Italia hay “lidos”, unos sobre el Adriático, otros sobre el mar Tirreno, otros en islas como Cerdeña y Sicilia…

La peste que azotó a Venecia, posiblemente tifoidea, un mal que mataba millones de personas hasta el descubrimiento de los antibióticos, es una de las tantas plagas que vienen victimizando a los hombres desde tiempos inmemoriales, pues las hubo en Grecia, en Roma en 541-543 D.C., durante el reinado de Justiniano (quien recopiló en su Corpus iuris civilis, los principios esenciales, jurisprudencia y leyes de Roma), siendo la más mortal, devastadoramente mortal la bubónica, o muerte negra, que mató las dos terceras partes de la población europea de ese tiempo.

El horror de la peste negra se describe en el preámbulo del Decamerón de Bocaccio.

Inexorablemente hasta hoy la humanidad es golpeada por pestes
Ante las pestes, que desde los tiempos bíblicos se pensaba eran castigos de Dios “por los pecados de los hombres”, el único recurso era pasear por las ciudades la imagen del santo del lugar o de la Virgen María, cuya intervención fue agradecida por los venecianos en la peste de 1630, por lo que edificaron la Iglesia Santa María della Salute justo en la desembocadura del Gran Canal, frente al Palacio de los Dogos y la Basílica de San Marcos.

Fue en igual agradecimiento por un igual milagro que en Múnich se levantó en la Plaza de María, la Marien Platz, una columna con la figura de la Virgen.

Pero los muniqueses fueron más lejos, pues canalizaron las aguas servidas y en tal manera se aseguraron de que en el futuro no iban a padecerse tales horrores… Pero en las pequeñas ciudades de toda Europa y en París hasta Napoleón III y Hausmann, las porquerías seguían lanzándose a la calle, a la cuneta central…

Las más mortíferas plagas de la historia fueron las siguientes: la peste de tiempos de Justiniano, la peste negra, la gripe española, el cólera, el SARS, el ébola y la influenza más recientemente. Pese a una muy superior sanidad pública, a los avances de la medicina que han erradicado la fiebre amarilla, el sarampión, la viruela y la poliomielitis, el hombre sigue expuesto a que inesperadamente surjan nuevas pandemias, como ahora con el coronavirus, que pudo haberse controlado pero que la censura china lo desbordó.