Condenan en Nigeria a niño de 13 años a pasar 10 años encarcelado por “blasfemia”

Los niños, un don esplendoroso de Dios a la humanidad, merecen crecer como almas generosas, tolerantes, con alegría y optimismo, sin odios para nadie. Más tarde tendrán la opción de decidir su futuro

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Elías Antonio Saca condenado por corrupción. Foto EDH / Archivo

Por El Diario de Hoy

2020-12-22 9:28:40

“No puedo quedar indiferente ante esta vergonzosa sentencia para la humanidad”, dijo Piotr Cywinski, director del Monumento en Memoria de las Víctimas de Auschwitz, en Polonia, al presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, por la condena de un niño de trece años a pasar una década en prisión por el delito de “blasfemia”.
En Auschwitz, el campo de exterminio nazi, más de un millón de personas, entre ellas incontable número de niños, tanto polacos como gitanos y judíos, murieron, un horror que pesa sobre la conciencia de la humanidad que no supo ni pudo detener a tiempo la demencia nazi.
No conocemos la clase de perversas ideas y fanatismos que han llevado al presidente Muhammadu Buhari a perpetrar tan vil atropello, pero su proceder es un morbo que envenena a Nigeria, genera conflictos con sus vecinos, vuelve imposible la convivencia, la compasión y el entendimiento de la mente y el ánimo de millones de personas.
Es la clase de la implantación de locuras colectivas como la que fue lo determinante del odio y las persecuciones perpetradas por los nazis, los estalinistas y en la actualidad los iraníes, promotores del terrorismo a nivel mundial, al igual que los castristas y los chavistas.
Si en Nigeria llegan al monstruoso acto de ensañarse contra niños, la persecución contra disidentes, opositores y de personas que no renuncian a su derecho de pensar por su cuenta, a la honestidad y la moral, debe de ser un infierno.
Los niños, un don esplendoroso de Dios a la humanidad, merecen crecer como almas generosas, tolerantes, con alegría y optimismo, sin odios para nadie. Más tarde tendrán la opción de continuar como seres libres o de dejarse seducir por malas prédicas.
Pero esto no se da en las sociedades donde la población se maneja como recuas de ganado en que desde muy pequeños los niños dejan de ser de sus padres para ser parte de “pioneros”, de “juventudes socialistas” o lo que los dictadores dispongan, la “ingeniería humana”, lo que dejó tantas amargas y terribles secuelas en Alemania pero particularmente en Rusia, donde se denuncia que Putin, el dictador vitalicio, ordena asesinar opositores tanto dentro de Rusia como los que envenenaron con polonio en Inglaterra, personas que a la vista del mundo se desintegraron.
Gadafi, el ya difunto dictador libio, que murió linchado, mandaba a asesinar a opositores pinchándolos por la espalda con agujas envenenadas colocadas al extremo de paraguas.

Con el aspirante a dictador los salvadoreños no están en ningún lecho de rosas

Los ayatolas iraníes, colocados en el poder por Jimmy “derechos humanos” Carter, ahorcan a deportistas de rango mundial, periodistas, condenan a jóvenes mujeres por salir en YouTube, encarcelan a muchachas por mostrar algo de su cabellera.
El más reciente episodio de fanatismo, pero fanatismo por su propia persona, es del auto-derrotado presidente Trump, al que acusan de estar haciendo todo el daño posible antes de entregar la presidencia a Joe Biden.
Un predicador evangélico y excandidato republicano a la presidencia, Pat Robertson, dijo a Trump que “ya tuvo su lugar bajo el sol”, que finalizara su paso por el poder con gracia, con una medida de sensatez, diríamos nosotros.
Nosotros los salvadoreños, y como dijera el emperador azteca a su compañero, a quienes los españoles colocaron sobre un brasero, “no estamos en un lecho de rosas” con el pretendiente a dictador vitalicio y que al hablar sobre la guerra y los acuerdos de paz expuso toda su colosal ignorancia…