¿Se unen dos dictaduras, la del Erdogan y el régimen criollo?

Erdogan suprimió elecciones, ya que nunca iba a ganarlas en Estambul; persigue, encarcela y tortura a opositores, no rinde cuentas a nadie de sus manejos de presupuestos, pretende revivir el Imperio Otomano

descripción de la imagen
Foto EDH/ Menly Cortez

Por El Diario de Hoy

2022-01-22 3:00:14

“Cada oveja con su pareja”, admonición que mueve a Bukele a invitar al tirano de Turquía, Erdogan, a realizar una visita de Estado a nuestro país, pues no sobran los dictadores en este mundo con los cuales pueda hacer acercamientos, preparar dónde poner nido si las realidades lo obligan a largarse en un tiempo.

La andadura de Erdogan desde que grupos cretinizados lo llevaron al poder no puede ser más  adecuada a lo que busca Bukele: suprimió elecciones, ya que nunca iba a ganarlas en Estambul; persigue, encarcela y tortura a opositores, no rinde cuentas a nadie de sus manejos de presupuestos, pretende revivir el Imperio Otomano (igual Bukele con sus sueños de dominar la región), promueve el fundamentalismo islámico y, pese a la indignación del mundo cristiano, volvió a convertir en mezquita la Basílica de Santa Sofía y estuvo a punto de aplicar la pena de muerte a los disidentes pero se echó para atrás cuando la Unión Europea amenazó con cortar lazos con Turquía si llegaba a hacerlo.

Ya hubo un previo intento de montar una dictadura en Turquía, revirtiendo la democratización, secularización y occidentalización del país realizada por Mustafa Kemal, a quien la posteridad le concedió el título de Atatürk: un tal Adnan Menderes montó su dictadura pero después de pocos años fue apresado y ahorcado.
Testigos de la ejecución de Menderes relatan cómo éste se presentó al lugar del suplicio “más  blanco que un papel”, espantado, muy a diferencia de Sadam Hussein, ex-tirano de Iraq, que hasta se arregló el nudo de la soga antes de caer al vacío.

La historia se repite una y otra vez...

Erdogan, en sus ambiciones imperiales, pretende revivir lo que fueron los turcos en el Mediterráneo hasta la Batalla naval de Lepanto, cuando una coalición de potencias cristianas —venecianos, el papado, el Imperio Español— los derrotaron, en la “más memorable batalla que han visto los siglos” según Cervantes, que sufrió una herida en su mano por la que luego se le conocería como “el Manco de Lepanto”.

Antes de esa memorable y decisiva batalla los sarracenos, como se les conocía entonces, eran un factor dominante en el Mediterráneo, obligando a reinos y principados cristianos a fortificar sus ciudades, mantener flotas prestas a la batalla, estar en pie de guerra.

Cinco pequeñas ciudades sobre el mar Tirreno, Cinque Terre, se construyeron en la punta de inalcanzables acantilados, lo que las puso fuera del alcance de los piratas sarracenos, como también fue fortificada la ciudad de Tarento, el “Talón de la bota italiana”.

¿Es que nuestro El Salvador está en venta al mejor postor?
Los sultanes turcos, a quienes la historia recuerda por sus harenes y su despiadada eliminación de los hijos varones que podían disputarle el trono al ungido, es tema de historias y leyendas.
En Estambul, en el Palacio de Topkapi, se exhibían hasta hace poco los pequeños monumentos funerarios de los hermanos menores del Sultán Murad, lo que ya no está al acceso del público para lavar en alguna medida esa sórdida etapa.
Cabe agregar que las concubinas, las madres de los futuros sultanes, eran esclavas cristianas, ya que el Corán prohíbe esclavizar a otros musulmanes...
Una estupenda película, protagonizada por Melina Mercouri, la actriz griega de la inolvidable “Nunca en Domingo”, describe el robo de una daga cuajada de piedras preciosas del palacio. Melina llegó a ser ministra de Cultura de Grecia.
Nada de bueno se puede esperar de dictadores que se ponen de acuerdo para sinvergüenzadas, como los acercamientos de los chinos con los talibanes o lo que están fraguando para caerle encima a una décima parte del territorio salvadoreño.
El Salvador está en venta...