Una decena de personas murió y otras 155 permanecen desaparecidas tras colapsar un edificio de apartamentos en Miami, Florida, aunque viendo los escombros de la construcción se teme, sin margen alguno de error, que no haya más sobrevivientes.
Tres años antes del colapso, una inspección estructural descubrió señales fuertes de fatiga de materiales, ya que las losas de los garajes mostraban agrietamientos serios, amenazando, como es natural, toda la estructura encima.
Pero no se hizo caso a la advertencia ni los inspectores llamaron la atención a las autoridades del condado, hasta que el edificio se desplomó como si hubiera sido “golpeado por un rayo” en plena madrugada, cuando todos dormían dentro. Lo súbito del desplome, en todo caso, no habría dado oportunidad a muchos de los residentes a escapar.
Toda construcción vertical, en todo caso, debe revisarse periódicamente para detectar a tiempo una “fatiga de materiales”, aun en zonas no afectadas por terremotos o movimientos sísmicos, a diferencia de lo que sucede en un país como el nuestro o en ciudades y zonas a lo largo de la “cadena de fuego continental”, como ocurre en nuestro Hemisferio desde Alaska hasta Chile y más aún en la llamada “Falla de San Andrés”, que recientemente ya causó graves daños.
Eventualmente, se dice, no hay lugar en el planeta que no esté expuesto a terremotos o erupciones volcánicas, como las que destruyeron la Basílica de San Francisco en Asís en 1997 y dañaron frescos de Giotto di Bondone del siglo XIII.
Cabe anotar que Asís es uno de los lugares medievales más extraordinarios de toda Europa.
Para que nadie duerma tan tranquilo, frente a Nápoles, bajo el mar, hay un volcán que no cesa de hacer retumbos, parte del anillo de fuego que destruyó a Pompeya y Herculano en el año 79 después de Cristo.
“Por si las moscas”, quienes viven en edificios altos construidos en concreto, no acero, deben pedir que se inspeccionen las estructuras periódicamente.
Cuando Norman Quijano, en estos momentos perseguido político del cleptodesgobierno, se planteó el problema de la construcción del Palacio Legislativo, le hicimos ver que la única forma de proteger a los diputados y al personal de un colapso de la estructura era construir en acero y además tomar todas las providencias para asegurarse de que las estructuras estaban bien hechas y bien supervisadas, pues en toda edificación pueden darse “chambonadas”, como “chambonadas” siempre amenazan toda labor.
Nunca pueden tomarse suficientes precauciones al desarrollar proyectos y obras grandes
Lo que emprende el hombre, grupos que se forman para desarrollar proyectos o actividades diversas, siempre está sujeto a errores e imprevistos.
En lo que se considera una de las peores tragedias de la Era Espacial, el transbordador Challenger se desintegró en 1986 por una falla al despegar y murieron sus siete tripulantes.
En un drama de Shakespeare una herradura mal puesta en el caballo del rey le hizo no solo perder la batalla, sino también el reino.
Un ejemplo de gran, gran torpeza en manejar imprevistos fue la construcción de la central atómica de Fukushima en Japón en 2011: la planta se ubicó muy cerca de la costa, sin tomar en cuenta que Japón es azotado por tifones, tsunamis... las aguas subieron y el desastre fue gigantesco, al extremo que toda la región está contaminada, muchas familias quedaron sin sus viviendas, municipios se perdieron, industrias que en ese lugar operaban tuvieron que salir.
Nunca se puede ser suficientemente meticuloso en medir consecuencias, analizar factores...
Es obvio que ir tras los responsables de diseñar, calcular, edificar obras donde vivirán seres humanos, es imprescindible...