Echando mano del chantaje, una de las prácticas del actual desgobierno, el ministro de Hacienda dice que mientras la Asamblea no ratifique el préstamo del BID por $350 millones, no pagará los salarios de los diputados ni de los trabajadores, pero dejando siempre por último a los diputados para que la penuria les abra los ojos y puedan contemplar en todo su esplendor, la majestad, sabiduría, casi divinidad de Nayib, “el personaje más cool de todos los mesiánicos en el mundo mundial”.
Por su parte, el Fiscal se ha limitado a decir que “va a investigar” este hecho, pero realmente no tiene que tomarse mucho tiempo para investigar, sino proceder judicialmente de inmediato: tiene ante sus ojos flagrantes violaciones a la Constitución, además de la negativa del jefe de policía a atender órdenes del mismo Ministerio Público, como llevar por apremio al ministro de Hacienda para rendir cuentas a la Asamblea.
El anterior ministro, Nelson Fuentes, tuvo que dimitir casi de inmediato después de presentarse a rendir cuentas a los diputados, un acto equivalente a blasfemia, pues contradijo lo que el actual desgobernante viene proclamando y es que el pobrecito, en unión de los seis hermanos, están en la calle, casi en harapos, por culpa de la no aprobación de más fondos para el botín.
Esto fue reconfirmado semanas después por el presidente del Banco Central, Nicolás Martínez, quien reveló que el régimen de Bukele más bien ha dispuesto de 2,643 millones de dólares en deuda para enfrentar la pandemia. Al día siguiente tuvo que renunciar.
Si uno de los personajes ligados al desgobernante ya hizo desaparecer un billón de dólares — sí, un billón de dólares—, la gente en este suelo debe poner sus barbas en remojo.
El préstamo del BID, el manoseo de los presupuestos públicos, la emisión de LETES, los créditos ya aprobados, todo eso se suma al grave perjuicio que las ocurrencias, los atropellos a distintos sectores, las amenazas a familias y grupos, están causando al país y en especial a las familias pobres, familias de las que se burla ofreciendo sistemas de enseñanza y escuelas del Primer Mundo, creación de empleos “dignamente remunerados”, ayudas y subsidios, más muñecos con su efigie, no para que se los den a los niños, sino para venerar en el altar de casa. Siempre vendiendo futuro, prometiendo, despotricando, insultando, amenazando, todos esos meneos pagados por fondos públicos, los dineros de la gente.
A esto se suman sus agresiones y amenazas a periodistas, publicaciones independientes, lo que ha sido condenado por centenares de periodistas del mundo entero.
¿Quién quiere perpetuar los atropellos del actual desgobierno?
Lo más grave de todo es el manoseo, el desacato, la burla permanente a la ley, al Orden Institucional del país.
Las leyes, todo el entramado de disposiciones, deberes, regulaciones, desde las normas de LACAP que aseguran el empleo transparente de recursos estatales para comprar, contratar, disponer de bienes públicos, es para cuidar el bien común y los derechos de la gente ante los abusos y sinvergüenzadas, la corrupción, el saqueo.
Tómese el caso de la directora del Seguro Social, que entregó al desgobernante veinticinco millones de dólares de los empleadores y trabajadores, pese a que la ley no faculta a nadie a disponer por sí y ante sí a dineros que son del Seguro Social, no de dicha señora.
El premio ha sido que esta señora, que hizo lo que la ley no le faculta hacer, fue nombrada Embajadora en México, donde han ido a parar muchos sinvergüenzas de este país.
Eventualmente esa embajadora tiene que responder por estos hechos, un caso más de lo que ha denunciado el doctor Rubén Zamora de nombrar como embajador a cualquier individuo cercano al poder.
La intención es destruir nuestra Constitución, perpetuar el saqueo, los atropellos, la amenaza a todos los pobladores…