Los niños que reciben regalos deben pensar en quienes no los tendrán

La relativa bonanza de esta época contrasta con lo que sufren los venezolanos y, más aún, lo que es la calamidad cubana, donde no hay navidades propiamente.

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Vista aérea de los miles de peregrinos que participaron en el VÌa Crucis de la Jornada Mundial de la Juventud que se celebró en el parque Blonia de Cracovia, Polonia el 29 de julio de 2016. FOTO EDH / ARCHIVO

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2018-12-18 8:33:45

Las Noches de Compras, la alegría navideña, el bullicio de estas fechas constituyen el usual pero siempre renovado espíritu decembrino, lo que los niños esperan durante meses pensando en sus obsequios, sus golosinas, nuevos juguetes y la esperada visita de Santa Claus, el santo que, según la leyenda, nació en Asia pero se movió a Europa y de allí al Polo Norte, donde tiene su fábrica de regalos que luego distribuye en todo el mundo montado en su trineo…

¿Quién no recuerda alguna especial Navidad, o la ansiedad de ver lo que Santa le trajo mientras?

¿Y cuándo es que dejamos de creer en Santa Claus aunque siga éste residiendo en algún rincón de nuestros corazones?

Los niños que recibieron regalos deben pensar en los niños que no los tienen y que son felices de recibir un juguete usado por otros…

Nosotros, desde hace años, llevamos a los niños del Hogar del Niño, en San Jacinto, pavos para que en esta fecha tengan su tradicional comida navideña, lo que esperamos se repita en muchas comunidades de que familias que pueden lleven algo agradable a los niños de otras familias menos afortunadas.

El movimiento comercial de estos dos últimos meses del año beneficia a toda clase de productores y a la vez a su personal, sus clientelas, quienes les suministran bienes y partes, a los importadores y también a los exportadores. Esta producción es un gran catalizador económico, lo que contrarresta los efectos de erráticas políticas gubernamentales que tanto daño han causado al país.

La relativa bonanza de esta época contrasta con lo que sufren los venezolanos y, más aún, lo que es la calamidad cubana, donde no hay navidades propiamente, que en los viejos tiempos se celebraban cocinando un lechoncito, que dejó de darse.

Hay empresas —y esta fue una de ellas hasta que su promotora, nuestra recordada editora Yolanda Menjívar, murió— donde parte del personal “adoptaba” un niño por un día; a un cierto momento por la tarde llegaban los niños, se les festejaba y se les daba un regalo; es de esperar que esa iniciativa se retome por el personal de más de una empresa…

Cada uno de nosotros debe pensar en lo que puede hacer por un niño, más por aquellos que han perdido sus padres, el horror derivado de la guerra contra El Salvador.

La gente es más feliz
en los países libres

La lección que debemos recordar siempre es que la gente es más feliz en países libres que cuenten con producción capitalista, donde solo gana el que beneficia a otros, que donde imperan esquemas dirigistas o populistas, donde los únicos beneficiados son los pocos sinvergüenzas que toman el pastel para sí mismos y se olvidan del resto, que se defiende como puede.

Los socialistoides sostienen que para que alguien esté bien, otro debe estar mal, lo que se desmiente por el capitalismo: para que alguien esté bien debe procurar que otros estén bien, que todos se beneficien del trabajo en común. Y por fortuna, ese sigue siendo el caso de El Salvador pese a que los del socialismo del Siglo XXI han tratado de exprimirlo y acabárselo.