Los muros fueron clave en la construcción de la civilización, pero hoy no

Hay una lógica para defender fronteras con muros, como el que Trump quiere construir entre Estados Unidos y México, pero al hacerlo está limitando gravemente el crecimiento económico del país, que no solo no está lleno, sino muy limitado en su población frente a China y la India

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Por El Diario de Hoy

2019-10-17 7:00:41

Los muros, afirma David Frye, profesor de Historia Antigua en la Universidad Eastern Connecticut, en Estados Unidos, han sido la clave del desarrollo de las civilizaciones, lo que permitió que grupos humanos dejaran de estar todo el tiempo ocupados en defenderse de agresiones y pudieran dedicarse a socializar, pensar, construir, educar a sus hijos y educarse a sí mismos, descansar.

Jericó, una ciudad cuya antigüedad se calcula en 10,000 años, desde sus inicios fue amurallada, como en parte lo atestigua la historia bíblica de Josué derrumbando los bastiones al dar siete vueltas al son de trompetas.
En su mayor parte, las ciudades en la antigüedad estaban en una u otra forma amuralladas, como lo atestiguan desde Babilonia, Rodas y Nínive, hasta Ávila, Dubrovnik y la citadela de Osaka.

Las murallas que protegían a Babilonia tenían varias puertas monumentales, la más hermosa de todas la de Ishtar, tesoro que se conserva en uno de los museos de Berlín: grandes leones alados, cubiertos de colorida cerámica, custodiaban.

De esta realidad viene la expresión de dar las llaves de la ciudad a visitantes distinguidos, aunque esas llaves sean para abrir imaginarias puertas de San Salvador o Londres.

El contraste entre lo que sucede cuando las ciudades están amuralladas y cuando no lo están se encuentra en el inmenso territorio de los Estados Unidos: desde la llegada de los peregrinos en Mayflower hasta la actualidad, los pobladores de Estados Unidos podían moverse sin encontrar barreras que impidieran el paso, fuera de montañas, ríos o desiertos, los cuales eventualmente se franqueaban, lo que no fue el caso de Asia ni necesariamente el de África, que en una u otra forma se protegían de forasteros o invasores con monumentales obras como la Gran Muralla china, para contener las invasiones mongolas.

En el 406 el Rin se congeló y los bárbaros invadieron Europa

El Imperio Romano se protegía de hordas bárbaras ya sea con murallas, como la que construyó el emperador Adriano para contener a los “pictos”, de seguro antecesores de los escoceses de hoy, o con barreras naturales como los Pirineos entre España y Francia, los Alpes (que logró cruzar Aníbal el cartaginés con su ejército y sus elefantes) o el río Rin, que tenía a raya a los germanos.

Los romanos construyeron fortificaciones a lo largo del Rin, muy efectivas, hasta que en el año 406 después de Cristo el río se congeló y hordas de langobardos, alemanes, francos y vándalos cruzaron e invadieron las fértiles planicies de Europa.

Los vándalos se asentaron en el sur de España, dando nombre a la región, V-Andalucía.

Y a propósito del “cambio climático”, el frío de los siglos V, VI y VII de nuestra era en Europa se dio después de la época más calurosa de los siglos anteriores y posteriores al Nacimiento de Cristo.

Hay una lógica para defender fronteras con muros, como el que Trump quiere construir entre Estados Unidos y México, pero al hacerlo está limitando gravemente el crecimiento económico del país, que no solo no está lleno, sino muy limitado en su población frente a China y la India, dos de las potencias rivales a las cuales debe agregarse la amenaza del Islam radical y las maniobras de Rusia, que ha ido a llenar el vacío en Oriente Medio generado por una inexplicable retirada de Estados Unidos, el impredecible aliado.