Seguimos sufriendo la maldición de los juegos de azar, de la ludopatía

Además de “institucionalizar” ese oscuro y nunca transparentado negocio, el mismo gobierno que debe velar por la salud mental de los salvadoreños está propiciando la ludopatía

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Imagen de carácter ilustrativo y no comercial / https://www.instagram.com/p/CMF8BFOJ-AG/

Por El Diario de Hoy

2021-03-23 7:49:21

La utilización del nombre de la Lotería Nacional de Beneficencia para que un grupo de israelitas, según se informa, establezca un portal de juegos de azar no tiene validez alguna, aunque goce del apadrinamiento del cleptodesgobernante, del mismo que desde sus tiempos en Nuevo Cuscatlán viene saqueando sin vergüenza de ninguna clase.
La introducción de casinos, del juego en nuestro país, fue la nefasta herencia por la inexplicable decisión de un ex alcalde capitalino, Mario Valiente; nadie sabe cuáles fueron los “argumentos” con que en 1997 abrió la puerta grande a esta maldición primero con máquinas tragaperras, que después fue secundada por el siguiente alcalde, Héctor Silva, con más salas de juegos y ha llevado a la ruina a incontables familias, deshecho vidas, emporcado reputaciones.
Fedor Dostoyevski, el gran novelista ruso, describe en una de sus obras lo que destroza las vidas de los que caen en las garras de este vicio, que afecta la misma zona del cerebro que manipula a los cocainómanos y consumidores de drogas. Además de “institucionalizar” ese oscuro y nunca transparentado negocio, el mismo gobierno que debe velar por la salud mental de los salvadoreños está propiciando la ludopatía, porque ese es un sitio electrónico de apuestas y casinos, no la popular lotería de vigésimos y lotines que todos conocemos.
Como si no sufriéramos de un cúmulo de desgracias en esta saqueada y envilecida tierra, ahora y con el patrocinio del cleptodesgobernante, más personas van a hundirse en los juegos.
Hay interrogantes alrededor de este embrollo, siendo la primera, la obvia, averiguar cuánto le pagaron al cleptodesgobernante para dar “los permisos”, los que únicamente pueden concederse por la Asamblea Legislativa.
Lo segundo es ¿dónde van a parar las ganancias de las operaciones que no van a los que directamente manejan el negocio, los dichos israelitas o de la nacionalidad que fueran?
Se dijo en algún momento que los beneficios del atraque se destinan a “obras caritativas patrocinadas por la primera dama”, un eufemismo para “los bolsillos del mismo de siempre”, la tragadera sin límites.

Un buen gobernante aspira a serlo para todos en una nación

Estremece pensar lo que la nueva Asamblea, empoderada por masas de nulpensantes, puede menear para intensificar el saqueo...
Es el gran aporte que Trump hizo a El Salvador, el mismo que continúa revolviendo la democracia en Estados Unidos y en la que algunos de sus seguidores tuvieron la intención de destruir la sede del Congreso con dinamita.
El ataque del cleptodesgobernante es a la democracia, al esquema de normas y garantías constitucionales que protegen a las minorías, a las personas, de los abusos del poder.
Son numerosas las patrañas a las que echan mano el cleptodesgobernante y sus secuaces para “someter” a la Nación a su voluntad, no solo saltarse todas las trancas institucionales, sino amenazar, insultar, difamar permanentemente, lo que explica cómo tanta gente recurre a la violencia contra sus cónyuges, sus vecinos, sus comunidades.
Con los recursos públicos que “desaparecen” pudo haberse detenido el permanente secuestro de jóvenes, algunos de cuyos cadáveres aparecen torturados en fosas comunes, una maldición que se origina en la pataleta de los “alzados en armas” de desmantelar versus depurar la Guardia Nacional.
En su última perorata, el cleptodesgobernante declaró que no iba a negociar nada con los partidos de oposición, literalmente los iba a “ningunear”, pese a que una de las normas más elementales de la gobernanza es precisamente buscar áreas y temas de entendimiento, hacer un esfuerzo para llegar a todos los sectores, aun los más pequeños, los marginales, ya que el objetivo de todo buen presidente, aunque no necesariamente los que aspiran a convertirse en “sultanes”, es serlo de todos los pobladores...