Irak es tierra de tesoros e historia de la humanidad

En la Edad Media y como se deduce de una extraordinariamente hermosa pintura de Pieter Brueghel el Viejo, “La Torre de Babel”, se pensaba que Sumeria era una tierra montañosa con bosques, ríos y ondulados montes, lo que dista muchísimo de la realidad

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Por El Diario de Hoy

2020-01-16 9:58:55

Los misiles que Irán lanzó contra las instalaciones militares de Estados Unidos en Irak, descritas como muy modernas fortificaciones en medio del desierto, no causaron destrucción, sin duda para no generar un “casus belli”.
Un sargento estadounidense relata que estaba preparado para morir en el ataque, pero que nada sucedió, como si los iraníes a propósito evitaron dar en el blanco.
¿Es Iraq un país donde la mayor parte del territorio es un desierto?
En la Edad Media y como se deduce de una extraordinariamente hermosa pintura de Pieter Brueghel el Viejo, “La Torre de Babel”, se pensaba que Sumeria era un tierra montañosa con bosques, ríos y ondulados montes, lo que dista muchísimo de la realidad: Iraq en su mayor parte son áridas planicies, especialmente Sumeria, donde se encuentran las ruinas de Ur, la patria de Abraham y el sitio en que se encuentran las ruinas de un zigurat, la torre que dio lugar a la leyenda de Babel.
El desierto actual en parte es resultado de la destrucción del sistema de canales y regadíos por Gengis Kan, el conquistador mongol que sembró terror a su paso.
El zigurat más famoso es el de Etemenanki, dedicado a Marduk, una torre en forma de cono que lleva a su punto más alto con una rampa helicoidal que al día de hoy puede subirse sin gran fatiga. Y era desde ese punto que los sacerdotes sumerios invocaban a sus dioses.
Pero la vastedad del desierto sobrecoge el corazón. Es en esas aparentemente infinitas planicies donde se encuentran las ruinas de Ur de los Caldeos, de Uruk, de Babilonia.
Y allí está muy conservado el gran arco de Ctesifonte, frente a cuyas murallas murió Juliano Apóstata tratando de rescatar la fulgurante civilización greco-romana de la ciega intolerancia de los apadrinados por Constantino el Grande, el coemperador nacido en Tréveris, sobre el Mosela.
Duele pensar de que en los milenios transcurridos desde las tropelías del Gran Kan, ninguno de los reinos que han sentado sus reales en esas tierras bíblicas haya iniciado la reconstrucción de los canales y regadíos para recuperar parte del verdor original…

Del Oriente la Luz, desde Sumeria la patria de Abraham y la civilización

Babilonia, a orillas del Éufrates, aprovechaba sus aguas para sostener a su población que, según dicen los historiadores, alcanzó el medio millón de habitantes, además de sus suntuosos y legendarios Jardines Colgantes, ahora estériles páramos.
La orgullosa Babilonia, sus Jardines Colgantes, sus magníficas torres recubiertas en resplandecientes mosaicos, todo eso en el Museo de Berlín, son montículos de tierra a menos que hayan sido restaurados en los últimos años.
Los pobres guías no hacen sino repetir “Hanguing Gardens”, señalándolos, pero algo puede haber cambiado en las décadas transcurridas y pese a las turbulencias acaecidas durante todo ese tiempo, incluyendo guerras y escaramuzas con sus vecinos.
Los museos de Berlín, agrupados en secciones, poseen deslumbrantes tesoros. A las Puertas de Babilonia con sus enormes dioses alados sigue el Altar de Pérgamo, atribuido al escultor Skopas y su taller, representando una batalla entre gigantes y titanes, los unos enormes serpientes rematados en cuerpos humanos, una de las maravillas de la escultura universal.
Ex oriente lux, del oriente la luz, decían los romanos señalando el origen de las grandes civilizaciones y de incontables tradiciones que al día de hoy rigen nuestras vidas, como dividir las horas en sesenta minutos y cada uno de éstos en sesenta segundos…