"Espero que no sea necesario usar artefactos nucleares en Ucrania" dijo el sicópata y asesino serial Vladimir Putin, uno de cuyos aviones fue alcanzado y destruido por un dron marítimo ucraniano, en una guerra que, según Putin, iba a durar dos o tres semanas, la "Operación Z" y que lleva más de tres años.
En Rusia, al igual que en nuestra tierra, en Nicaragua y en la totalidad de dictaduras rige lo que Hitler llamó el "führer prinzip": toda indagación, acto, dilema de alguna importancia debe consultarse con el Gran Líder, sea este Xi Jing Ping, el capo di tutti en las mafias, el megalómano del momento.
En las democracias el balance de poderes, los pesos y contrapesos institucionales que en este país simplemente dejaron de existir, como se corre el lejano riesgo que suceda en la más antigua democracia del mundo, impiden que opere el "führer prinzip", lo que después de cinco años de horror, lo que se conoce como el Holocausto, terminó desmembrando a Alemania. Pasada la guerra, en la maravillosa ciudad de Estrasburgo seguía hablándose alemán; en la actualidad la gente en su inmensa mayoría habla francés.
La liberación del gulag nazi se conmemoro en Auschwitz el pasado enero con actos a los cuales acudieron reyes, jefes de Estado y sobrevivientes de esa espantosa tragedia.
Es una vergüenza que haya grupos, primordialmente musulmanes, que obstinadamente nieguen que hubo un Holocausto, lo que se ha impuesto en un par de países nórdicos donde el colectivo islámico ha forzado a que la horrible tragedia no se mencione en las escuelas, literalmente "tapando el sol con un dedo...".
A Rusia, que pierde semanalmente cinco mil soldados, puede sucederle lo mismo que a Alemania, de que las diversas "repúblicas" que formaron parte de la ahora despanchurrada Unión Soviética se terminen de separar, como han ya hecho Bulgaria, Polonia, Albania, las naciones bálticas (Estonia, Lituania y Latvia). Cada una de ellas habla su propia lengua pero han acordado rearmarse ante la amenaza del desquiciado Putin.
La dura realidad que confronta Putin es que sin guerra su asqueroso régimen se derrumba y más de las otrora "repúblicas soviéticas" se liberen de Moscú, como sucedió con Yugoslavia, que bajo Tito reunió diversas nacionalidades e inclusive un enclave musulmán.
Lo esencial en todo esto es que fuera de Hungría, una dictadura bajo el mando de Víctor Orban, uno de los pocos aliados que tiene Putin, el resto de las naciones europeas son democracias activas, pues inclusive las monarquías que perduran son constitucionales donde las funciones del Rey o la Reina están precisamente delimitadas, a lo que se agregan dos hechos de decisiva importancia: el monarca es quien dirime fuertes desavenencias entre grupos políticos además de ser "el mejor vendedor" de su país ante el mundo, como lo evidenció el Rey Felipe VI en su visita a El Salvador.
Los manoseos de "Jimmy" han causado diluvios de sangre
El horror de lo que acontece en Ucrania aparejado a lo que está sucediendo en Israel y Palestina sobrecoge el alma, esto último obra de Jimmy Cárter, el auto-calificado campeón de los Derechos Humanos, que propició la caída de un aliado de Estados Unidos que tenía bajo control a las bandas terroristas de Medio Oriente, para instalar en el poder a enajenados ayatolas...
Lo primero que hicieron los ayatolas en Irán, después de tomar el poder, fue asaltar la embajada de Estados Unidos en Teherán mantener a su personal secuestrado por más de un año, además de lanzar una guerra contra Irak y comenzar a patrocinar a las bandas terroristas en Medio Oriente, que perpetraron una matanza de soldados estadounidenses y británicos en Líbano en 1982.
Esta es una dura lección que no se puede confiar en grupos de fanáticos, populistas o de cualquier extrema que resulta lo mismo que dormir con serpientes: no se sabe en qué van a atacar.