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Putin quedará en la historia como un monstruo a lo Hitler

La locura que ha hecho presa de tantos en Rusia quedó en evidencia cuando un comentarista de noticiero dijo que “había que quemar a los niños ucranianos”, una frase tan monstruosa que el individuo fue destituido fulminantemente del programa.

Por El Diario de Hoy |

El criminal de guerra y envenenador Putin, que en sus desvaríos pensó que iba a quedar en la historia rusa como un nuevo Pedro el Grande pero que ya se perfila como el monstruo del siglo XXI, ha ordenado la destrucción de la estructura eléctrica de Ucrania, la que desde hace días está bombardeando con misiles.


Con esfuerzo propio, perseverancia, sacrificios y mucha visión, Ucrania, al igual que otras democracias, fue levantando con el paso de los decenios sus ciudades, sus redes ferroviarias, sus estructuras educativas, todo lo que caracteriza a naciones progresistas que se ocupan del bienestar y el progreso de su población.


Las demenciales decisiones de Putin, cuya “guerra relámpago” lleva ocho meses y ha costado la vida a más de treinta mil efectivos rusos, incluyendo generales y oficiales de algo rango, además de evidenciar la inoperancia de la que se creyó era la invencible flota rusa en el Mar Negro, lo ha hundido en un paroxismo, lo que puede llevarle a tomar medidas desesperadas.


Literalmente Putin se ha dado con la piedra en los dientes, a lo que se suma la creciente desesperación de la soldadesca rusa que no ve ninguna victoria en el horizonte, sino únicamente desgracias, con la espalda contra la pared.
Pero Putin dijo este jueves que el mundo enfrenta la “década más peligrosa” desde el final de la Segunda Guerra Mundial, sin perder tiempo para insinuar la amenaza de desencadenar la Tercera Guerra Mundial.


Destruir es, desde tal punto de vista, lo fácil; construir es lo que requiere esfuerzo, inteligencia, perseverancia.
Complejos de viviendas, escuelas, museos, monumentos cívicos es lo que marca la civilidad, el progreso humano; por el contrario, la insania contra lo realizado, arrasar buenas obras y emprenderla contra la vida tranquila de una nación es la marca del salvajismo, de la más cruda barbarie.

Sin embargo, el gran envenenador se lava las manos. “El potencial de conflicto en el mundo entero, y a nivel regional, sigue siendo muy alto”, dice en tono de candidez, como si fuera víctima y no agresor contra su vecina Ucrania y propiciador de una nueva conflagración mundial.


De todos modos, él no perdería nada; el mundo sería el que pierda vidas, bienes y desarrollo mientras él se perdería y pasaría a la historia como otro verdugo de la humanidad.

En los bajos fondos humanos serpentean monstruos, genocidas


La locura que ha hecho presa de tantos en Rusia quedó en evidencia cuando un comentarista de noticiero dijo que “había que quemar a los niños ucranianos”, una frase tan monstruosa que el individuo fue destituido fulminantemente.
La soldadesca de Putin ha destruido con misiles hospitales y escuelas de niños en Ucrania…


Como era de esperarse, el régimen salvadoreño se ha negado sistemáticamente a condenar las atrocidades rusas en Ucrania, una actitud que se refleja en la indiferencia a lo que suceda a niños cuyos padres son capturados en las redadas indiscriminadas de las soldadescas que maneja el régimen.


Luchar contra la barbarie, la persecución, la intolerancia, el ataque a los indefensos entre nosotros, ha sido el duro, escabroso camino de tantos para superar la mentalidad de bestias que en todo momento afloran en el seno social, como tantos feminicidios y horrores se están dando.

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