El pasado jueves fue el Día del Recuerdo del Holocausto, un solemne y amargo evento que paralizó a Israel, cuyos habitantes pausaron en silencio para rendir homenaje a las víctimas asesinadas por los nazis y sus secuaces durante la Segunda Guerra Mundial. El tráfico se detuvo mientras la gente salía de los vehículos, inclinando la cabeza en señal de respeto, lo mismo que en escuelas y centros comunitarios.
En la Plaza Dizengoff de Tel Aviv, las familias de los actuales rehenes levantaron fotos de sus seres queridos en medio del sonido de la sirena, mientras que en Jerusalén, ciudadanos y autoridades colocaron coronas de flores en Yad Vashem, el Memorial Nacional del Holocausto.
La conmemoración es complementaria del Día Internacional en memoria de las víctimas del Holocausto, en enero, a cuyos actos este año asistieron 80 sobrevivientes de los campos de exterminio, además de contar con la presencia de 11 reyes, incluyendo a Carlos III y Camila, delegaciones de muchos países, religiosos y familiares de los asesinados que en esos años residían fuera de Europa.
Esta ceremonia se llevó frente a Aushwitz-Birkenau, el más notorio de los campos de concentración al lado de Bergen-Bergen, Dachau, Buchenwald, y Sachsenhausen. En las horas previas a la llegada de tropas rusas a Auschwitz, el día de la liberación, soldados nazis destruyeron las cámaras de gas y los hornos, pero éstos quedaron en Dachau, muy cerca de Múnich.
La ceremonia se efectuó frente a la entrada de Auschwitz que ostenta la frase "Arbeit macht frei", escrita en defectuoso alemán, cuyo sentido es "el trabajo libera", un sangriento insulto a los que iban a morir o en las cámaras o ejecutados en distintas formas, ya que en los galpones muchos fueron ahorcados o estrangulados.
En una película "El niño de la pijama a rayas" se narra la amistad entre el hijo de un guardia y un niño judío, que al final mueren juntos, lo que describe la casi inenarrable tragedia de los más de seis millones de judíos, entre ellos niños que fueron asesinados, a la par de disidentes políticos, curas y monjas, gitanos, negros...
Visitar Auschwitz sobrecoge el alma, ya que el dolor profundo está por doquier
Inmediatamente después de ser liberados los campos, los alemanes de las ciudades vecinas fueron forzados a ver los cadáveres, el espanto que en sus narices tenía lugar, consecuencia de haber entregado el poder a un demente, Hitler.
La treta de muchos dictadores es similar: se inventan un enemigo o señalan a un grupo como hostil y satánico, se presentan como los que van a combatirlo, asumen el poder e inician la matanza, que en Alemania se marcó por la llamada "Kristall Nacht" cuando grupos nazis rompieron los ventanales de los negocios judíos, iniciando la persecución, captura y confinamiento de los judíos que no lograron escapar y a quienes les tatuaban números, eliminando con ello sus nombres.
Hitler, que nació en Austria, ya en su obra "Mi Lucha" había expuesto su plan, "solucionar la cuestión judía", a lo que agregó el culto de la "raza superior" (los blancos y rubios), intentando en ese momento dar un golpe de Estado desde una cervecería de Múnich, lo que falló, fue capturado y encarcelado. Pero su loca ambición por el poder lo llevó a presentarse como candidato a canciller frente a las narices de Von Hindemburg, que no tuvo la presencia de ánimo para encarcelarlo de por vida o ejecutarlo.
Al lado de los muchos que denunciaban lo que estaba sucediendo hubo otros que arriesgaron sus vidas o se esforzaron para sacar de Alemania a niños y adultos judíos, entre ellos Oscar Schindler, el ex campeón de boxeo Max Schmeling, el salvadoreño coronel José Arturo Castellanos y alemanes que repudiaban a Hitler y tomaron parte en el esfuerzo... Hitler hundió a Alemania, que fue desmembrada por franceses, polacos, rusos y, pese a estar vencida, arrasada por órdenes de Truman...