¿Para qué gastan millones en lobistas si se pelean con EE.UU.?

Como son dineros públicos, el régimen dispone de ellos a raudales, aunque falten para becar jóvenes, para mejorar servicios asistenciales, para dotar a médicos y personal sanitario de los implementos adecuados para protegerse y para pagar un seguro que incluya a sus familias

descripción de la imagen
El sepulturero Jefry Lino usa un traje de bioseguridad y se cubre su rostro para este trabajo. Foto EDH / Menly Cortez

Por El Diario de Hoy

2021-10-31 5:58:08

¿Cuánto gasta el régimen en cabilderos para “mejorar su imagen” en Estados Unidos?
La simple pregunta fue suficiente para que la legisladora de ARENA, Rosy Romero, fuera amenazada con lujo de prepotencia por otro diputado fiel a Bukele con ser “expulsada” de la comisión de sobresueldos e incluso del recinto legislativo, dado que “mi cargo me otorga esa facultad”, un supuesto derecho que, sin embargo, no aplica a la señora diputada, que como tal goza de fuero parlamentario por voluntad del pueblo.
La disposición a la que se refiere el diputado oficialista, descompuesto por la ira e incapaz de responder, se puede aplicar a visitantes y convocados, no a diputados, según explicó la legisladora.
Según se ha sabido, el régimen ha destinado $3.2 millones para hacer lobby en Estados Unidos y en noviembre de 2020 Bukele ya había firmado un primer contrato por $780,000. Ese contrato fue el tercero que contrajo para una firma de lobistas en Washington desde agosto de 2020, para lo cual ya había erogado en ese entonces $1.6 millones, de acuerdo con informes emanados en Washington.
El régimen puede gastar millones de millones en cabilderos —infructuosamente si insiste en hacer berrinches a EE.UU.—, incluyendo a un ex embajador que le hacia el “mingo-mingo” mientras estuvo Trump en el poder, personaje que se ha encontrado esa agradable mamandurria, la de mejorar la imagen de Bukele en EE.UU., un esfuerzo equivalente a vender frigoríficos a tribus de esquimales.
Es posible, todo es posible en este valle de lágrimas, que más de algún grupo de pícaros en Washington haya ofrecido a los talibanes “mejorar su imagen en EE.UU.”, a los talibanes o a los narcos del Cártel de Sinaloa, ya que hasta el narco-régimen de Maduro tiene contratada gente con tal propósito, lo que al menos se apoya en las contrataciones que hace Estados Unidos de carburantes venezolanos, una relación que data de mucho antes del enloquecido Chávez.
Como son dineros públicos, el régimen dispone de ellos a raudales, aunque falten para becar a jóvenes, para mejorar servicios asistenciales, para dotar a médicos y personal sanitario de los implementos adecuados para protegerse y para pagar un seguro que provea recursos a sus familias si ellos faltan.
Pero...
Tratándose de los allegados al régimen, de los que se menean al son oficialista, “el dinero no es problema”. Veamos algunos de los escandalosos despilfarros que han salido a la luz pública:
— a los diputados se les pagan 14,000 dólares al mes para “gastos de funcionamiento”. Sólo para la bancada oficialista son casi nueve millones y medio de dólares al año, pese a una obvia y apabullante realidad: que no tienen nada útil o de interés por representar o hacer;
—a los abogados que se han prestado a cubrir los puestos de jueces arbitrariamente destituidos —destituciones que no se contemplan en la Constitución— la Corte Suprema les ha dotado de automóviles “dignos”, esto mientras muchas instituciones no tienen vehículos adecuados para efectuar las diligencias que la ley señala, por lo que con frecuencia los funcionarios se ven en la obligación de usar sus propios vehículos.

Veinte mil soldados más para proteger al régimen, no a la población

Lo que rebasa lo racional, el gigantesco despilfarro, es pretender incrementar las fuerzas de seguridad en veinte mil nuevos soldados y policías, más bayonetas para sentarse sobre ellas, un sillón muy, muy inseguro, como advirtió Napoleón Bonaparte y lo descubrió el líder argelino Ben Bella, a quien su ministro de defensa de dio volantín muy poco tiempo después de lograr la independencia de su país que al día de hoy sigue convulso y muy peligroso, como todo en el Medio Oriente.
Los derroches siguen, como siguen disposiciones sin sentido, como ha sido cambiar el diseño del Hospital Rosales por uno más costoso pero no necesariamente más eficiente y esperar dos años más para que comiencen a construirlo.