El propio “gran día” los salvadoreños pierden millones por el Bitcoin

Más de dos millones y medio de dólares de los fondos públicos perdieron los salvadoreños en el primer día de circulación oficial de los bitcoins al caer el precio de los criptoactivos que el régimen, también con dineros de la gente, de los contribuyentes, adquirió en la movida que el renombrado economista Steve Hanke vaticinó que iba a causar un desastre económico. Al mismo tiempo, los bonos de El Salvado cayeron entre 3.8 y 5.3 por ciento, a causa de la “inestabilidad política” que los inversionistas observan en el país con el actual gobierno.
Muy pocos, fuera de los que rodean al grupo en el poder, creen en el bitcoin, pues es seguro que ni siquiera los diputados que obedecen ciegamente lo que se les ordena, querrán que les paguen en bitcoins a través de “Chivo SA de CV”.
Tal aplicación, además de su cursi nombre, se presta para vaciar la información personal de quienes la bajan a sus teléfonos o tabletas, dejándolos expuestos a que esos datos se usen para estafas o chantajes.
El pago en bitcoins es para “las masas”, pese a que son pocos los pobladores, de haber alguno, que acepte regocijado bitcoins y no lo que siempre han utilizado, los confiables dólares que pueden usar sin temor, ahorrarlos, depositarlos en un banco y para cualquier transacción fuera de nuestras fronteras.
El diputado Johnny Wright ya introdujo una moción en la legislatura para asegurar que el pago de salarios sea siempre en dólares, como también piden las gremiales: que se pague en dólares lo que se vende, los servicios que se prestan, las exportaciones e importaciones.
Se pague en dólares por una lógica y contundente razón: no es en criptomonedas, en dineros inventados como el “colon/dólar” que van a pagar a sus empleados, a sus proveedores, a quienes llegan a realizar reparaciones, efectuar cualquier diligencia, pagar a contadores y consultores.
Hay algo más grave en todo esto: el objetivo no es sólo introducir el bitcoin, sino echar mano de los ahorros de los trabajadores, las remesas, los billones de dólares que nuestros hermanos lejanos envían a sus familias año con año... La movida es simple: recibir los dólares y pagar en las monedas inventadas, en bitcoins o “cólones/dólar”.
Con esas monedas o dineros inventados, las personas y las familias que dependen de esa ayuda tendrán que pagar a quienes les dispensan alimentos, a los dueños de las viviendas que alquilan, a los colegios donde envían sus hijos, al farmacéutico y a la señora de la tienda del vecindario...
A todo este embrollo se suma lo relacionado con la obtención de la billetera de Chivo SA de CV, que se realiza en puestos propiedad de personas que no pagan ni por el suelo que utilizan ni por la corriente eléctrica que usan ni por las comunicaciones que llevan a cabo: se paga con dinero de los contribuyentes, a quienes en ningún momento les han consultado, pues lo imponen “les guste o no les guste”, como decía el ladronazo fugado en Nicaragua.
La ojeriza y el maltrato a los jueces es ojeriza y maltrato al saber
Pero muchísima gente ha comenzado a despertar de la hipnosis en que había caído, como se evidenció en las marchas del martes en rechazo tanto de la imposición de los criptoactivos como de la descabellada e ilegal decisión de la Asamblea sumisa a Capres de retirar forzadamente a los jueces mayores de 60 años.
La brutal remoción de jueces es un crimen contra el saber, la experiencia, los esfuerzos y logros de toda una vida dedicada al servicio público.
Los que pretenden destituir de un plumazo a un tercio de los jueces y magistrados, los más experimentados y conocedores del Derecho, son individuos que ni valoran ni entienden la sabiduría ajena a causa de su propia mediocridad...