Alegres y pintorescas vendimias muy propias del octubre europeo

En los viejos tiempos, antes que existieran las prensas de hoy, las “mozas” de los pueblos literalmente bailaban sobre las uvas para extraer el jugo y de allí elaborar los vinos

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Por El Diario de Hoy

2020-10-21 8:24:22

Octubre es, en el Hemisferio Norte, el mes de las vendimias, cuando se recogen las uvas de los viñedos para extraer su jugo, del cual luego se elaboran vinos y licores, como también se cosechan aceitunas y se extraen aceites de ellos, siguiendo tradiciones milenarias.
Cada vendimia es una fiesta popular, un momento de gran regocijo que atrae a locales y foráneos.
Cuando Paris, el príncipe troyano, fue llamado a escoger cuál de tres diosas era la más bella y ganaría la manzana dorada que lanzó la Discordia, una deidad olímpica, las tres diosas —Juno, Venus y Atenea— procedieron a sobornar al troyano, en ese momento un cuasi púber pastorcillo.
Juno ofreció poder; Venus, amor, y Atenea, el olivo para Atenas, la capital de Grecia, lo que ha sido fuente de riqueza para toda Grecia desde entonces, un aceite que supera en su delicado sabor a los del resto de Europa, inclusive los de la provincia de Jaén en España, la mayor productora de aceite de oliva del mundo.
En los viejos tiempos, antes que existieran las prensas de hoy, las “mozas” de los pueblos literalmente bailaban sobre las uvas para extraer el jugo y de allí elaborar los vinos, un método que considerando la discutible higiene de los pobladores de esas regiones hace que nos asustemos, pero el alcohol del vino se encarga de despachar al otro mundo a cualquier microbito “de tan lindos pies” como dice la copla de “El relicario”.
Los vinos “jóvenes”, los obtenidos a las pocas semanas de extraer los jugos de las uvas, son deleitosos, muy especiales, refrescantes, alegres, ligeros. No todas las comidas deben acompañarse con vinos añejados, de mucho cuerpo y sutiles aromas, los que van muy bien con carnes rojas, jabalí, faisanes.
Para acompañar una bistecca alla fiorentina, un T-bone apenas asado, un vino “joven” no tiene sentido; para eso están los vinos toscanos oscuros y fuertes!.
No hay pies capaces de romper la nuez de la aceituna y sacar su aceite; prensas son imprescindibles. Y de acuerdo a como va obteniéndose el aceite, se clasifica: virgen, extra virgen, el que se extrae cuando solo parece un seco bagazo.
Esta vendimia se celebra en una forma muy especial, inolvidable, como nos mostró una salvadoreña que residió muchos años en Florencia y a quien desafortunadamente no volvimos a ver.
Es en medio de los olivares donde en el casco de las haciendas reúnen personas y grupos. A cada visitante le dan un plato y una generosa porción de pan “campesino”; luego vierten una porción de ese aceite recién extraído, tiran encima un puñado de pimienta recién molida y a sentarse y pedir el vino, producto de viñedos cercanos.

Y ya sentados, a la gloria gastronómica…

Es un error perseguir la elaboración de “chicha” menos perjudicial que rones y vodkas
Lo que más asemeja a esas vendimias europeas en nuestro suelo es el reparto de la “chicha” en el campo, una práctica absurdamente perseguida en nuestro suelo que daba poder casi de cacique al chichero, pero que dispensaba alcohol pero un alcohol mucho menos nocivo para el organismo que el “guaro”, rones y vodkas destilados que hacen caer a tantos en las garras del alcohol arruinando sus vidas y las de los suyos.
Los etruscos, un misterioso pero muy próspero pueblo de Etruria antigua, la Toscana de hoy, introdujeron el vino en Francia ¡Oh sorpresa!