En lugar de ir tras los patógenos se ocupan de reducir la calentura

La narcodictadura venezolana no solo mueve mafias criminales por doquier, sino que está detrás de los horrores perpetrados por terroristas que manipulan en Chile y Ecuador y las pretensiones de Evo para perpetuarse en el poder en Bolivia.

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El 11 titular de Alianza que jugó la noche del 24 de octubre frente al Motagua, en el estadio Cuscatlán. / Foto EDH - AFP

Por El Diario de Hoy

2019-10-30 6:00:46

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Refugiados, en unión de otros funcionarios de la ONU y otros organismos que se ocupan del drama de los venezolanos que han huido de su país, describe la terrible situación que estos enfrentan al rebasar la capacidad de los países limítrofes para acogerlos, lo cual genera indeseables conflictos.

Una solución al problema de los refugiados venezolanos, nos dice, es que las naciones europeas ayuden con dinero y acogiéndolos en sus países, más recordando la acogida que durante décadas los venezolanos dieron a centenares de miles, o millones, inmigrantes europeos que se establecieron, formaron familias y dejaron descendencias apreciables.

Pero el planteamiento equivale a esforzarse para bajar la calentura al paciente en vez de curar la enfermedad.

La enfermedad, la grave enfermedad que ha prácticamente destruido a Venezuela y está causando estragos en muchas otras naciones del Hemisferio y sobre todo en Chile, Ecuador y Bolivia, es el chavismo, una mezcla de mesianismo, imbecilismo, marxismo, ladronismo y oportunismo.

La faceta más siniestra es el comercio de la droga, considerado el sostén no solo de las dictaduras que rigen en Cuba, Venezuela y Nicaragua, sino de movimientos ligados al ALBA.

La droga producida por la narcoguerrilla colombiana, calculada en seiscientas toneladas por año, mueve los carteles en todo el Hemisferio, devastando a Honduras y, ahora, montando un chantaje sobre México, cuyo presidente, López Obrador, está siendo extorsionado por los hijos del “Chapo” Guzmán, que amenazan con un grave derramamiento de sangre si los capturan o persiguen.

No cuesta imaginar lo que estos criminales harían: asesinar a la mujer de un gobernador, a familiares del propio presidente, a diputados de su partido, como están actuando las pandillas criminales, pandillas que se sostienen en parte vendiendo droga, inclusive y como las pizzerías, entregándola a domicilio.

La narcodictadura venezolana no solo mueve mafias criminales por doquier, sino que está detrás de los horrores perpetrados por terroristas que manipulan en Chile y Ecuador y las pretensiones de Evo para perpetuarse en el poder en Bolivia.

Al amenazar pero no actuar el Hemisferio queda vulnerable

Los secuaces de Maduro, los que mueven esos tentáculos a lo largo y ancho del Hemisferio, se han envalentonado desde que Washington, uno de los destinos de la droga que se produce, dejó colgados de la brocha a todos los opositores del chavismo, que son prácticamente la totalidad de los venezolanos.

Muchos recuerdan las declaraciones que con frecuencia hacía el entonces Asesor de Seguridad John Bolton: “Todas las opciones están sobre la mesa”, incluyendo la militar. Pero si se amenaza y amenaza y amenaza sin llegar a los trompones, el amenazador hace muy pobre papel.

Lo grave es que los Estados Unidos se ven como el menos confiable de los aliados que pueda tener una nación en sus luchas contra la barbarie.
Nadie dude de que en la misma manera como los chavistas han causado los destrozos en Chile, también están detrás de los disturbios en Barcelona.

El último episodio es el chantaje al presidente electo de Argentina: ponga en su agenda la liberación de Lula da Silva, o destruyen Buenos Aires como han destruido Santiago.