¿Fue un sarcasmo la felicitación del Parlacen a la farsa en Nicaragua?

Con la fuerza bruta de su policía política, Ortega puso en un día fuera de combate a todos los reales o potenciales opositores, deteniéndolos en sus casas o en las mazmorras de la dictadura, el equivalente de una lucha de hiena contra gente decente amarrada. ¿Es de felicitar esa pantomima?

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Guerrilleros evacuan a una compañera herida en la colonia Escalón durante la ofensiva de 1989. Foto EDH/ Archivo

Por El Diario de Hoy

2021-11-10 5:50:36

Seguramente en un derroche de sarcasmo —pues difícilmente puede tomarse como el extremo del entreguismo—, el Parlamento Centroamericano (Parlacen) o más bien su junta directiva felicitó la pantomima electoral en Nicaragua, con todas las detenciones arbitrarias, terror, intimidaciones y violaciones a los derechos humanos contra candidatos y políticos de oposición.

El mismo asombro e indignación ha causado en El Salvador la vergonzosa congratulación del partido efemelenista hacia el sandinismo de Ortega, mostrando que no ha reflexionado sobre sus abusos, imposiciones y desaciertos de una década de regímenes y la lección que les dieron los votantes en los recientes comicios.

¡Nada es más admirable que un púgil que noquea a su propia sombra, el inveterado ejercicio de los boxeadores cuando pelean contra sí mismos! Muchos afirman que lo más deslumbrante de boxeadores y luchadores es su condición física, que requiere incesantes entrenamientos para poder resistir los diez asaltos a los que está programado un encuentro, pues apenas un minuto de boxeo es tremendamente agotador.

Con la fuerza bruta de su policía política, Ortega puso en un día fuera de combate a todos los reales o potenciales opositores, deteniéndolos en sus casas o en las mazmorras de la dictadura, el equivalente de una lucha de hiena contra gente decente amarrada. ¿Merece una felicitación?

El régimen sandinista no ha tenido necesidad de un oscuro o no tan oscuro personaje maletín negro en mano para disuadir potenciales rebeldías diputadiles como en este nuestro El Salvador. Los diputados son tan sumisos allá como acá, se cuidan mucho de no molestar ni con el pétalo de una rosa al “gran hombre” que es Daniel Ortega... De haberlo, le lanzarían “las turbas divinas” o como en Cuba, a los meros meros “robolucionarios”.

Ortega, al igual que Lukashenko en Bielorrusia, a Putin en Rusia, a Maduro en Venezuela y a tantos dictadorzuelos africanos, además de los centroamericanos, se ha recetado una indefinida presidencia, quedarse sentado sobre sus bayonetas hasta que San Juan baje el dedo, lo que obviamente va a tomar un largo, larguísimo rato.

La ingente tarea por delante es Recuperar el Orden de Derecho

El régimen en nuestro suelo se ha empeñado en quitarle la inmunidad para apresar a Norman Quijano, diputado al Parlacen, pues todo aquel que les haga sombra es “non grato”, hay que perseguirlo hasta el último confín de la Tierra.

Llega a tal punto el deseo del grupo en el poder de aniquilar a sus opositores que un tribunal ha ordenado la captura de un coronel que osó demandar al ministro de la Defensa (que hace un tiempo se dijo “a sí mismo que sí mismo era un héroe y, por tanto, se autocondecoró”).

Aquí es necesario citar a los exfuncionarios efemelenistas que fueron detenidos y están incomunicados, de la misma forma que el exalcalde de San Salvador, Ernesto Muyshondt.
En términos simples y como sucede en Nicaragua, quien en alguna forma cause problemas o perjudique la imagen de uno de los figurines del régimen se expone a ser apresado, vejado.

La ley simplemente no existe en nuestro suelo; todo está supeditado a la voluntad del aspirante a dictador vitalicio, persona que hasta hace muy poco gozaba de una gran popularidad pero que de un día para otro, en el Bicentenario de la Independencia de Centro-América y en parte por el masivo rechazo de la población al bitcoin, pasó a ser repudiado por los salvadoreños.