Argentina está en una encrucijada, sin que hasta el momento logre sacudirse el peronismo ni acabar con la leyenda de “Evita”.
El presidente electo Alberto Fernández, que muchos esperan se quite de encima a Cristina Kirchner y persevere en su plan de ordenar la moneda, casi de inmediato ha pedido a Brasil la liberación de Lula da Silva, convicto por corrupción y uno de los padrinos de Funes, el acusado de saquear 351 millones de dólares del Estado salvadoreño en el primer gobierno del FMLN.
Lula es el fundador del Foro de Sao Paulo, cuyas infernales agendas han llevado a la terrible destrucción de Chile, como lo deja entrever el mismo Maduro y lo celebra Cabello, el que ha sido vinculado al narcotráfico por el periódico español ABC y anunció “los vientecillos” que provocaron esa horrible tragedia.
Es evidente que a Fernández y, al estilo del Padrino Corleone, le hayan hecho “una oferta imposible de rehusar”: que ponga en la agenda la liberación de Lula, o terroristas al servicio de los venezolanos arman una tremolina en Buenos Aires igual o peor que la de Chile.
Pero todo meneo en favor de Lula choca con una realidad: la condena es irreversible, pues quedó claramente demostrado que Lula se enriqueció en el cargo además de conspirar contra la República, intentando el derrumbe de la democracia para reemplazarla por una dictadura al estilo de la venezolana.
En el último momento, antes de dar la espalda a sus antiguos aliados kurdos, comandos estadounidenses mataron al cabecilla del ISIS, Al Baghdadi, y aparentemente también a su reemplazo. El terrorista murió gritando y llorando con tres niños, seguramente sus hijos, el mismo que nunca tuvo la menor piedad con sus víctimas ni con lo que sus enajenados seguidores destruyeron, entre ellos Palmira y la Tumba de Jonás.
No extrañaría otra operación de comandos en Venezuela
El abandono de sus aliados deja a gran parte del Medio Oriente, Siria, Kurdistán e Iraq a merced de los turcos y los rusos, dando alas a la ambición del sangriento tirano de Turquía, Erdogan, de recomponer el viejo Imperio Otomano, que incluía a Palestina.
Obviamente la amenaza de “sanciones” por Washington no hará mella en Ankara, que sueña inclusive con inmiscuirse en los asuntos internos de Líbano.
Una similar operación de comandos podría suceder en Venezuela, cuya narcodictadura mueve las revueltas en Ecuador y Chile, está desestabilizando a Perú y trata de proteger al grotesco dictador de Bolivia, Evo.
La droga que se trafica desde Venezuela, como se ha denunciado, es el sostén de la dictadura cubana, de la nicaragüense y de las mafias que operan en el Hemisferio, además de envenenar a jóvenes y adultos en Estados Unidos.
En esto de la droga, para muchos las estrategias de combate son en parte erradas, pues se centran en ir tras los vendedores y traficantes, sin tocar verdaderamente a los consumidores fuera de cuando son capturados por conducir bajo sus efectos, se trate de la más común, el alcohol, o de cocaína, heroína y las artificiales.
Si se hicieran redadas en clubes nocturnos, bebederos, discotecas y lugares parecidos, se llevaran a las sedes policiales a los que están “bajo los efectos” y además de multarlos los obliguen a realizar trabajos comunitarios vestidos de anaranjado, los estragos que causan y que afectan familias y desempeños, serían muy menores, además de reducir los riesgos de que salgan del antro y tomen el timón de sus vehículos…