Sobre los hombros de los niños y adolescentes de hoy —los que logren graduarse en profesiones liberales y técnicas como artesanos, fontaneros, ebanistas, que se interesen por el comercio y vayan creando sus propios negocios o tan pronto les sea posible puedan incorporarse a empresas existentes— se asienta el futuro de esta tierra, la dura y compleja tarea de reconstruir a la Nación después del desastre que venimos sufriendo desde hace años.
En un momento, en los años 90 e inicios del nuevo siglo, El Salvador logró situarse en el nivel de Segundo Mundo, un modesto lugar pero la entrada al desarrollo, lo que inquietó versus llenarle de alegría y orgullo al entonces presidente (ahora encarcelado), pues se iba a cortar mucha de la ayuda que se recibe, dejar de depender para muchos programas de donativos, los cuales en casi todos los casos se entregan a los gobiernos, que los usan más con finalidades políticas que para mejorar las condiciones generales.
En eso estamos como el hombre que ha vivido de la caridad pero que encuentra una ocupación que le permite ganarse la vida sin andar mendigando: es de esperarse que en su tiempo libre no vuelva a las andadas, se disfrace, se coloque un rótulo y compita con otros que no tienen más opción que vivir de la caridad.
Con la mitad de los salvadoreños en la pobreza y unos en la miseria, a lo que se agrega la horrible plaga del crimen organizado, las mejores mentes, los grupos más visionarios deben abocarse a buscar y proponer formas para detener la caída, rescatar lo rescatable y trabajar para reiniciar un crecimiento económico.
Es esencial fortalecer la agricultura, muy golpeada después que la Junta duartista se dejó imponer un esquema de reforma agraria consistente en improvisar la entrega a inexpertos campesinos y jornaleros las mejores tierras de labranza del país, tierras que se unieron en cooperativas que están, sin excepción, en bancarrota.
Revertir tal esquema es esencial pues de lo contrario nunca seremos verdaderamente autosuficientes en alimentación, más ahora que el desquiciado criminal de guerra y envenenador Putin ha bloqueado los embarques de granos y aceite de girasol al Medio Oriente y África, lo cual, como lo advirtió a través de El Diario de Hoy el Presidente de Senegal y líder de la Unión Africana, Macky Sall, puede causar una hambruna mortal como la que asoló en los años 70 a Biafra, donde murieron de hambre millones de niños y adultos, trágicas imágenes que recorrieron el mundo.
Se dice que el criminal Putin sufre de un cáncer terminal, por lo que en su desesperación nadie sabe los horrores que puede desencadenar.
A ello se agrega el golpe propinado a la agricultura nacional por las compras del exministro de Agricultura, Pablo Anliker, a mercaderes de Sinaloa, pagando precios por encima del mercado, como denunciaron los productores locales en su momento. Los agricultores salvadoreños tenían en existencia lo que innecesariamente se adquirió en Sinaloa, la misma región donde opera uno de los carteles de la droga más pérfidos de Hispanoamérica.
Hay que superar ideas muertas, esquemas estériles y mortales
La educación de niños y jóvenes, al igual que capacitaciones para adultos, no es una prioridad para el actual régimen, lo que deja en manos de instituciones privadas, de familias y comunidades la tarea de cuidar ese talento, promoverlo, capacitarlo en la medida de lo posible.
Por sí solos, jóvenes salvadoreños han destacado en eventos internacionales de conocimiento, creatividad, inventiva. Esos muchachos y muchachas son como los brotes de plantas después de vendavales y catástrofes, la vida venciendo los efectos de ideas y esquemas muertos y espectros de lo que nunca debió haber sido…