Durante 2019 fueron asesinados 28 policías y el peligro continúa

Para frenar estos ataques se deben seguir estrategias pensadas detalladamente y sujetas a adaptarse a lo que vaya surgiendo, comenzando por pedir la asistencia de cuerpos policiales especializados del exterior

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FOTO EDH

Por El Diario de Hoy

2019-12-26 7:25:22

Durante el año que está por terminar casi una treintena de policías cayó a manos de delincuentes, lo cual muestra una vez más la vulnerabilidad en que están los agentes del orden, sobre todo cuando van de licencia a sus hogares.
La Policía registra 28 agentes y un empleado administrativo asesinados, en tanto que el año anterior las cifras fueron similares: 32 agentes y dos empleados administrativos asesinados.
Son múltiples las causas de este horror, la principal de ellas, la guerra de los años 80 y la anarquía que dejó en las calles de El Salvador, el auge delincuencial, las pandillas y la matonería.
Frescas están en la memoria de los salvadoreños las palabras de Sánchez Cerén, al llegar a la presidencia en 2014, negando los ataques contra los agentes y los cuarteles como quien no quiere aceptar realidades. “No es cierto… ustedes los periodistas magnifican los hechos”, reclamó a los medios entonces.
Los agentes siempre se han movido de una manera vulnerable cuando no están de servicio, pero desde entonces se incrementaron los atentados de las pandillas contra ellos directamente e incluso contra sus familias.
Para frenar estos ataques se deben seguir estrategias pensadas detalladamente y sujetas a adaptarse a lo que vaya surgiendo, comenzando por pedir la asistencia de cuerpos policiales especializados del exterior, como los franceses que tienen experiencia en contener la agresión de grupos como “los chalecos amarillos” y los enloquecidos jihadistas musulmanes, que atacan a grupos y personas indefensas, como la masacre perpetrada en Niza por un individuo que lanzó un camión contra personas que paseaban frente a la hermosa playa del lugar.
El problema es que la Asamblea se ocupa de muchas cosas pero no de asuntos muy graves que requieren atenderse. Y los ejemplos sobran:
—la policía no puede detener a maleantes sin que los captores corran riesgo de ser acusados posteriormente por los criminales.
Tres agentes policiales han sido condenados a más de cuarenta años de cárcel por matar a tres mareros, que seguramente los hubieran matado a ellos si no actúan antes.
—Un caso se puede venir abajo si no se han cumplido formalidades, como leerle sus derechos al detenido.
Este garantismo se puso en pie por los terroristas rojos en varios países para que no los ahorcaran por sus graves crímenes. De hecho en ningún país iberoamericano se puede condenar a muerte a asesinos seriales, terroristas, secuestradores y asesinos de niños y toda clase de individuos bañados con sangre de la cabeza hasta los pies, como el que ordenaba matar a palos a pobres muchachos campesinos que no se comportaban “revolucionariamente” en la zona de San Vicente.

Los largos procesos de criminales son una burla a las víctimas

Muchas de las disposiciones de protección a asesinos se recogen en la Ley Penal Juvenil —un engendro derivado de la “Ley del Menor Infractor” que en su momento protegió a los pandilleros que ahora son adultos— que facilita la operación de las bandas delincuenciales, pues es harto sabido que los que cobran extorsiones o actúan de sicarios son “menores infractores”.
Se publicó hace muy poco la foto de un “encantador joven” de Boston que seducía mujeres y asesinó a más de treinta de ellas, por lo cual es casi seguro que lo condenen a muerte y pase varios años a la espera que se cumpla la sentencia, todo debido al garantismo que protege a los criminales pero que es una horrible burla a las víctimas y a una nación.