Aunque promete plena libertad de expresión, estar encima de la ley es una de las pretensiones del presidente Trump, ilusionado con que los jueces de la Corte Suprema, en su mayoría de trayectoria republicana, le ayudarán a alcanzar tal objetivo.
En su discurso inaugural anticipó muchas medidas se propone poner en marcha y ha venido anunciando y estarán en sus primeros cien decretos u órdenes legislativas. El primero de ellos es cerrar la frontera sur incluso con el despliegue de tropas, reservistas de la Guardia Nacional y otros efectivos, para contener lo que llamó "una invasión" e iniciar "el proceso de devolver a millones y millones de extranjeros criminales a los lugares de donde vinieron".
En la parte económica y social prometió "iniciar una edad de oro" y riqueza para Estados Unidos, con volver a hacerla una nación manufacturera, con "la mayor cantidad de petróleo y gas de cualquier país de la Tierra", disminución de precios, reactivación de la industria automovilística, la protección del sistema de comercio local y la imposición de aranceles a los demás países.
Lo anterior parece un contrasentido con su promesa de llevar a cabo la mayor expulsión de inmigrantes ilegales en la historia", lo que no es un asunto tan fácil como parece pues expulsar a millones de trabajadores y el conseguiente desquiciamiento en la producción de muchos negocios genera más problemas de los que resuelve.
Agregado a esto, Trump pretende que los niños nacidos en Estados Unidos que no sean hijos de ciudadanos del país, no obtengan la ciudadanía, un asunto que requiere una enmienda constitucional que toca una fibra muy sensible en la comunidad negra, pues fue gracias a ese derecho que los afroamericanos al ser emancipados se convirtieron en ciudadanos por nacimiento.
Pero meter mano en la Constitución con una enmienda de tal naturaleza es siempre muy problemático, más al anular un derecho cuasi reconocido universalmente, el llamado "ius soli", que no necesariamente se aplica, como ejemplo, a un niño que nace al parar un avión en un aeropuerto, o los hijos de diplomáticos, que reciben la ciudadanía de sus progenitores.
Trump anunció la liberación de las decenas de individuos que montaron el ataque al Capitolio para revertir la elección de Joe Biden en 2021, causaron muertos y lesionaron a más de un centenar de policías, algunos de los cuales han quedado lisiados. La gracia incluye al grupo de enloquecidos que se autodenomino "los proud boys", al igual que el individuo que se sentó en el escritorio de la entonces presidente de la mayoría, Nancy Pelosi, poniendo sus pies encima.
A esto se suman las siguientes promesas:
--Trump amenaza con anexionar Canadá, lo que ha tenido la réplica de los canadienses que además de decir que su país no está en venta, han señalado varios estados estadounidenses que ellos quisieran anexar;
--El buen señor quiere caer encima de Groenlandia y retomar el control del Canal de Panamá, lo que ha generado el rechazo inmediato de unos y de otros.
En las guerras comerciales nadie gana, todos pierden...
A este embrollo se suma la pretensión de cambiar el nombre al Golfo de México, lo que más o menos equivale a pretender que el mar Caspio no se llame así, o que se asigne un nuevo apelativo al Mar del Japón. Se trata de denominaciones de larga tradición, muy similares a los cambios que mini y grandes dictaduras pretenden hacer sin éxito...
A todo eso se agrega la imposición de altos aranceles a productos importados, lo que naturalmente conduce a que los países afectados lo hagan con productos estadounidenses, una guerra que nadie gana...