Ortega manda a capturar a los precandidatos a los que más les teme

Esta agresión se suma a las matanzas de medio millar de nicaragüenses desde las protestas de 2018; los atropellos contra Confidencial y otros medios, incluyendo la confiscación de sus instalaciones y las capturas de periodistas; el hostigamiento y cerco policial a Sebastián Chamorro, la imposición de un Estado policial, entre otros muchos casos denunciados.

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Foto: Cortesía de Santa Tecla BC

Por El Diario de Hoy

2021-06-07 8:21:13

Cristiana Chamorro, que anunció hace unas semanas su candidatura a la presidencia de Nicaragua, fue capturada y mantenida en arresto domiciliar por los esbirros del régimen, que evidentemente no quieren que su juego sobre “elecciones democráticas” corra el mínimo riesgo.

Cristiana es hija de doña Violeta Barrios de Chamorro, expresidenta de Nicaragua, que derrotó a Ortega en las elecciones de 1990, cuando los nicaragüenses le hicieron creer que votarían por él. Ahora dicen que teme que le pase lo mismo.

La Fiscalía de Nicaragua, al servicio del enajenado dictador, acusó a Cristiana de “lavado de activos”, evadir impuestos y toda clase de delitos, nada de lo cual está demostrado pero que es lo “normal” bajo las dictaduras, como los cargos que los gorilas de Myanmar han presentado contra la líder política Aung San Suu Kyi.

De igual manera, el economista, exembajador y precandidato presidencial Arturo Cruz ha sido detenido tras su llegada al aeropuerto de Managua, bajo acusaciones de “atentar contra la sociedad nicaragüense y los derechos del pueblo”, así como “realizar actos que incitan la injerencia extranjera”. Es el cuarto precandidato presidencial detenido por el régimen a cinco meses de los comicios.
Estos atropellos se suman a una serie de desmanes que viene perpetrando Ortega, como las matanzas de medio millar de nicaragüenses desde las protestas de 2018; los atropellos contra Confidencial y otros medios, incluyendo la confiscación de sus instalaciones y las capturas de periodistas hace dos semanas; el hostigamiento y cerco policial a Sebastián Chamorro, la imposición de un Estado policial entre otros muchos casos denunciados.
La tragedia de Nicaragua se gestó por la obsesión de Pedro Joaquín Chamorro respecto a los Somoza, que ignoró un hecho muy importante que resumiremos parafraseando la frase del General Douglas McArthur al hablar frente al Congreso estadounidense cuando anunció su retiro: “Los viejos soldados nunca mueren sino que se desvanecen” (“old soldiers never die; they just fade away”), lo que estaba sucediendo con la dinastía de Somoza hijo, que había permitido que un no Somoza, René Schick, asumiera la presidencia de Nicaragua de 1963 a 1966.
Ortega, que fue puesto en el poder por presión de politicastros de izquierda como el venezolano Carlos Andrés Pérez — que según se dice robó mil millones de dólares para irse a un exilio “doradisisisisi.....sisisísimo” en la República Dominicana— fue casi directamente un parto de la redacción de La Prensa de Managua, de Pedro Joaquín Chamorro, donde trabajaba como secretaria del director la Rosario Murillo, ahora mujer de Ortega, y Bayardo Arce, a quien se atribuye el complot para asesinar a Pedro Joaquín y en tal manera provocar una oleada de indignación popular que llevara a la caída de Somoza.

No se doman locos enfurecidos con sermones sobre la democracia

Contaba Francisco Marchesini (de grata memoria), ex gerente de EL DIARIO DE HOY, que asistió a una reunión de periodismo en Managua, cuyos participantes estaban invitados a reunirse con el presidente Somoza. Marchesini fue llevado a “La Curva”, la residencia presidencial, por un hermano de Pedro Joaquín Chamorro, Xavier. Cuando anunciaron a Somoza que estaban presentes el representante de nuestro Diario y Xavier, él salió personalmente a recibirlos y le pidió a Xavier que entrara a la reunión, lo que Xavier no hizo.
Lo que selló la suerte de los Somoza fue ser de derecha, pues provocó una serie de agresiones de parte de Estados Unidos, como cortarles el suministro de combustible, forzar a Costa Rica a abrir uno de sus aeropuertos para que forajidos entrenados en Cuba formaran un ejército para derrocar a la Guardia Nacional, ejército hechizo que fue invariablemente vencido hasta que se agotaron sus suministros.
Pero a Ortega lo salva su zurdería, su fe en el marxismo, que es una licencia para robar sin límite, atropellar, perseguir, asesinar sin exponerse a mas que “regañitos” y “regañototes”, desde los muy flojos pronunciamientos de la Comunidad Europea hasta las diversas sanciones estadounidenses.
José Miguel Vivanco, director de Human Rights Watch, ya lo dijo más que claro: “Ortega está listo para robarse las elecciones. ¿Qué espera la administración Biden para tomar medidas concretas para frenar la consolidación de otra dictadura latinoamericana?”.
Las fieras no se doman con sermones, como lo comprueba el caso de Venezuela y de Bielorrusia, donde a todo opositor lo acusan de traición...