"Francia amenazó a…”
Es impensable que una nación democrática amenace a otras naciones, aunque sí pueden advertirles de estas o aquellas consecuencias si tocan intereses vitales del país.
Suecia no ha amenazado a Rusia ni es concebible que lo haga, pero Rusia amenazó a Suecia y a Finlandia si se unían a la OTAN, una alianza de naciones democráticas (no dictaduras como la de Erdogan en Turquía, que no tuvo reparo en desecrar Santa Sofía para convertirla en mezquita pero que cuida su relación con la Unión Europea).
La OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) prácticamente reúne a todas las naciones europeas para impedir una agresión rusa como la que tiene lugar en Ucrania, un país que el criminal de guerra y envenenador Putin ha intentado anexar por la fuerza pero calculando mal lo que es la capacidad militar rusa y la de Ucrania.
El envenenador creyó que con una “operación especial” Ucrania era “pan comido”, para darse con una roca en los dientes.
Hay muchísimos antecedentes a lo largo de la Historia de naciones o pueblos que se unen para protegerse de un enemigo común, como —el más célebre— la unión de los estados griegos para protegerse de la amenaza persa, cuyo primer choque ocurrió en Las Termópilas cuando el espartano Leónidas, sus 300 paladines y otros cientos de guerreros lograron detener el avance de un enorme ejército persa.
En 1358 las ciudades libres del norte de Europa se unieron en la llamada Liga Hanseática, o Hansa, para protegerse entre sí de las pretensiones expansionistas de potencias orientales o de la piratería. La Hansa inició en Lübeck, un puerto sobre el Mar del Norte, para extenderse.
Al día de hoy muchas de esas ciudades enarbolan ese sello de nobleza como Lübeck, Hamburgo, Brujas, Bergen, Danzig, “ciudades hanseáticas”, a las cuales, como liga, se les permitió abrir centros comerciales en Londres.
El objetivo principal de la Hansa fue crear, en la medida de sus posibilidades, una zona de libre intercambio, para que los fabricantes de tejidos, bebidas, lino, curtiembres, pudieran comerciar entre sí usando los medios de pago de entonces, que además de dinero “contante y sonante” también tenían especies de pagarés, lo que a su vez los banqueros florentinos llevaron a niveles casi modernos, pues financiaban tanto gobiernos como grupos de comerciantes privados.
Por “el gran hermano te vigila” Lukashenko prohibió libros de Orwell
Los dictadores del momento amenazan a sus vecinos, pero también a sus súbditos, a los pueblos que mantienen sometidos dictándoles formas de actuar, impidiendo que puedan expresarse en libertad, vigilándolos en todo momento.
Lo que más se persigue es la libre expresión, como se contempla en el atropello al periodista y maestro José Rubén Zamora por el régimen de Giammattei en Guatemala…
Es sobre esa escalofriante realidad que Orwell, el escritor y analista de las realidades de su tiempo y del porvenir, escribió su “Animal farm”, un lugar en el cual “todos son iguales, pero hay algunos que son más iguales que otros”; el déspota es invariablemente “más igual que el resto”, a los que somete a sus truculencias y caprichos.
Animal Farm se complementa con 1984, el análisis de los crueles despotismos de 1948, entre ellos el infierno estaliniano, “el Gran Hermano que te vigila” (Big Brother is watching you), el monstruo que vigilaba entonces principalmente con una red de delatores y espías pero que en China ha sido reemplazada en parte con cámaras…
Lukashenko, el déspota y asesino de Bielorrusia, en un arranque irracional y hasta ingenuo, prohibió la venta y difusión de las obras de Orwell…