Deportaciones anunciadas constituirán primer pogromo en la región

El Siglo Veinte es un escaparate de las tragedias y carnicerías causadas por echar a unos contra otros, alentar nacionalismos exacerbados, provocar oleadas de refugiados, de gente que huye de conflictos, pobreza, amenazas.

descripción de la imagen
David Rugamas es una de las bajas de Club Deportivo FAS. Foto EDH/ Menly Cortez

Por El Diario de Hoy

2019-06-25 4:42:31

Violinista en el Tejado” (“Fiedler on the Roof”), una joya cinematográfica protagonizada por Topol, actor griego-judío, describe un pogromo cuando una comunidad judía es forzada por militares rusos a abandonar tierras que durante siglos habían sido suyas, una tragedia que se ha repetido a lo largo de siglos.

El protagonista narra que por esa causa los judíos siempre llevan puestas sus gorras, para estar preparados a abandonar en cualquier momento sus comunidades, los lugares donde vivieron sus antepasados y nacieron sus hijos.

El anuncio del presidente Trump de la deportación de “millones de indocumentados”, pero particularmente mexicanos y centroamericanos, se considera el primer pogromo que tendría lugar en el Hemisferio Occidental y un grave atropello a los derechos humanos de cualquier colectivo.

Este horror, que ha sido pospuesto dos semanas, se señala en diversos medios que aparentemente tiene el propósito de asegurar la reelección de Trump, revelando una de las más oscuras motivaciones de muchos políticos en toda su crudeza: se aferran al poder a cualquier costo en sufrimiento.

Esta clase de deportaciones, de llevarse a cabo, tienen el carácter de cacerías humanas, pues a las víctimas se les captura aunque queden separadas de sus familias, sin poder ordenar cuentas, deudas, bienes adquiridos que pagan por cuotas, sin poder siquiera llevar consigo ropa.

Los países donde esos deportados forzosamente irán no están preparados ni económica ni estructuralmente para recibirlos, lo que provocaría graves desquiciamientos en muchos campos, más considerando que algunos, como Nicaragua y Honduras, pasan en estos momentos por graves conmociones civiles.

Los llamados “ilegales” no quitan el pan a nadie y, por el contrario, rinden servicios a las comunidades donde se han asentado, como a las personas que dependen de su asistencia. Pagan impuestos indirectos en todo lo que compran y consumen, pero no gozan de prestaciones directas.

Históricamente la emigración de salvadoreños, hondureños y guatemaltecos fue consecuencia de las guerras de guerrillas comunistas de los años Setenta y Ochenta, de la destrucción del empleo y mucha infraestructura asistencial. A ello se agrega la depredación causada por el narcotráfico, ahora consolidado por rusos y chinos que apoyan a la narcodictadura venezolana.

Honduras en la actualidad es una nación cuyo control se disputan bandas de narcotraficantes, como en el norte de Guatemala y regiones de México.
La xenofobia, como lo señaló recientemente el presidente de México al reunirse con su homólogo salvadoreño, rápidamente lleva a dividir toda sociedad, pues cada grupo humano comienza a culpar a otros de sus problemas, como ha comenzado a suceder en Estados Unidos.

Se sabe y advierte cómo comenzarán las tragedias pero no cómo terminarán

Se sabe cómo inician problemas y conmociones civiles, pero nunca cómo terminan, cuáles serán las consecuencias finales. Cuando los austriacos atacaron a Serbia por el asesinato del príncipe heredero, arrastrando tras de sí todas las potencias europeas a la Primera Guerra Mundial, nadie imagino que prácticamente todas las casas reales de ese tiempo iban a desaparecer y que Rusia terminaría en manos de los bolcheviques.

Meter más fuego a la caldera centroamericana, a nuestra región, puede conducir a situaciones peores que las que actualmente se sufren en el Hemisferio.

El Siglo Veinte es un escaparate de las tragedias y carnicerías causadas por echar a unos contra otros, alentar nacionalismos exacerbados, provocar oleadas de refugiados, de gente que huye de conflictos, pobreza, amenazas. Así como hay muchos centroamericanos que huyen de la violencia y los desquiciamientos económicos, los venezolanos escapan a sus países vecinos.