Cuba: sesenta años de dictadura, muerte y atraso

Los exegetas, tan confundidos como los cubanos, alaban una despiadada dictadura que lleva sesenta años y que no quisieran para sí en sus propias patrias.

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Foto EDH/Francisco Campos

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2019-01-02 9:42:49

El campo de concentración que es Cuba cumple sesenta años de dictadura, muerte, subversión, lavados de cerebro y agitación. El régimen castrista es una vergüenza para el género humano como lo han sido el nazismo, la Unión Soviética y en nuestra época las dictaduras venezolana y nicaragüense.

En su momento el “Che” Guevara proclamó que la “revolución” se proponía generar el “hombre nuevo”, una especie de ser superior capaz de fundamentar una sociedad cuyos miembros iban a relacionarse entre sí cultivando formas elevadas de trato y cultura, un ideal de la sociedad sin clases que pregona el marxismo.

Pero el Che hacía sombra sobre Fidel Castro, por lo que lo enviaron a hacer una gran revolución en Bolivia, donde en cosa de meses le dieron caza y lo mataron. Y como siguió siendo más útil muerto que vivo, en La Habana le levantaron un gran monumento para que su figura siga inspirando a incautos de todo el mundo.

En Cuba la población está regimentada y vive con miedo; la gente no se educa sino que es indoctrinada; no adquiere lo que desea sino que recibe del régimen lo que haya disponible; se necesitan permisos internos para moverse de un lado a otro y cualquier reunión se vuelve motivo de sospecha, pues todos están espiando a todos y en particular los hijos sobre sus padres y sus familias.

Antes del asalto castrista al poder, Cuba era el país hispanoamericano con un mayor nivel de vida y que sobresalía en todos los campos. Y aunque dependía de la producción de azúcar para sus ingresos, dadas las condiciones climáticas y geográficas, eso no era una limitante, como no lo es que Nueva Zelanda dependa de la mantequilla y la lana para prosperar u otros países, de determinadas industrias, como el turismo.

Ahora Cuba es un país congelado en el tiempo, sometido a la camarilla en el poder y que se ha dedicado a exportar una revolución de odio, muerte y corrupción.

Defienden al régimen,
pero no les gustaría tener
lo mismo en sus países

En Cuba, se pregona, “la medicina y la educación” brillan, con un sistema médico “universal” como lo hay en la mayoría de países de Primer y Segundo Mundos.

Pero la razón de cacarear “la educación y la medicina” es muy simple: no pueden fotografiarse como se fotografía el desastre de sus ciudades, de sus caminos y carreteras, del tráfico con carcasas de automóviles de los Años Cincuenta, de la pobre indumentaria de la gente, supuestamente educada (aunque la realidad es que es indoctrinada desde la niñez) y donde una joven se ofrece por un par de pantalones vaqueros, jeans.

Los exegetas, tan confundidos como los cubanos, alaban una despiadada dictadura que lleva sesenta años y que no quisieran para sí en sus propias patrias, donde les esté prohibido viajar al exterior, oír emisoras extranjeras o ver películas rodadas en Occidente, pensar por su cuenta ni menos tener acceso a publicar en los pobres diarios cubanos de ocho páginas llenos de basura propagandística en favor del régimen, pues en Cuba lo que se transmite y se publica es lo que la dictadura permite.

Cuba es incapaz de sostenerse a sí misma. Primero vivían de los subsidios de los soviéticos, ahora viven del turismo y donativos de países que no tienen su moral en orden.