Barbaridades en 55 palabras

“En el Tercer Mundo será mucho peor que en el Primero. Las razones son obvias. Hay que dejar de discutir si se toma una medida o no, si somos alarmistas o no, si es constitucional (a criterio de alguien) o no, si conviene a los intereses de un grupo o no... Hay que actuar ya”... (Nayib Bukele).

descripción de la imagen
Foto Instagram

Por El Diario de Hoy

2020-04-02 6:53:46

En El Lazarillo de Tormes, un clásico de la literatura española de autor desconocido, el joven protagonista se pone al servicio de un ciego que se le monta sobre las espaldas y no lo suelta, dándole muy poco de comer, ninguna libertad, poco sueño, cero espacio propio…
El ciego le abría la boca para oler lo que el joven había comido, si no había robado algún mendrugo de más. Y así continuó el suplicio hasta que valiéndose de un incidente, el buen joven lo tira en un camino y sigue adelante con sus peripecias y tribulaciones hasta encontrar una medida de felicidad…
El señor presidente dice cosas en su mensaje de Twitter que chocan con principios sobre los cuales se asienta la República. El primero, la libertad de expresión, un derecho fundamental ciudadano, cuando dice: “Hay que dejar de discutir si se toma una medida o no…”.
En toda crisis, discutir, exponer, informar, rebatir no solo es un inalienable derecho ciudadano en las democracias, sino una imperiosa necesidad, dado que nadie es dueño absoluto de la verdad y, por lo mismo, capaz de prever todas las posibles o probables consecuencias de lo que haga o diga.
El presidente continúa con una referencia al Orden de Derecho y lo que se decida por él, cuestionando los reparos que se puedan hacer, de si alguien, aunque sea la Corte Suprema, los califique como apegados o no a la Constitución, donde se fundamentan leyes y ordenamientos que todo funcionario y todo ciudadano están obligados a cumplir, con las excepciones que en ella también se detallan, letra por letra.
No hay emergencia ni peste que justifique abolir los principios en que se asienta toda democracia, pues una nación está más preparada para enfrentar lo peor apoyada en sus derechos fundamentales, que colocándose en manos de autócratas.
Invocando “grandes necesidades” nacen todas las dictaduras de nuestra época
A lo largo de la historia se repite una y otra vez que todas las dictaduras inician invocando emergencias para usurpar el poder. Fue el pretexto invocado por el general Hernández Martínez (fue dictador 13 años en El Salvador), como por Jorge Ubico en Guatemala, Anastasio Somoza padre en Nicaragua y por el más potable de ellos, Tiburcio Carías, en Honduras, cuyo hijo fue un gran presidente.
Invocando “urgencias históricas” Hugo Chávez se entronizó en Venezuela, Perón y los Kirchner en Argentina, Benito Mussolini en Italia, Hitler y Stalin en sus respectivos martirizados países.
Al lado de aciertos como decretar a tiempo la obligada cuarentena, la presidencia ha cometido graves errores precisamente por no consultar más que con sus allegados, no asesorarse por personas de experiencia.
El mayor fiasco, es más que evidente, lo que se ha sufrido por tantos salvadoreños que van “de coyol partido a coyol comido”, fue el procedimiento para entregar trescientos dólares a las familias afectadas por la emergencia.
“Hay que dejar de discutir”, afirma el presidente, pese a que el desmadre de los repartos de dinero fue causado precisamente “por no discutir” el plan.