Mucho se habló para anunciar lo que va a perjudicar la economía

Usando una palabra siempre en boga aquí, “hay que consensuar las políticas y medidas económicas con los que luego tienen que aplicarlas” los que se ven forzados a enfrentar los toros.

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Con esta medida se pretende evitar los grupos grandes de personas y prevenir la propagación del coronavirus. Foto EDH/ Yessica Hompanera

Por El Diario de Hoy

2020-03-19 10:54:48

Encadenar las emisoras para una larga sesión del gabinete de gobierno, donde al lado de informaciones útiles se presentaron medias verdades y además se anunciaron medidas perjudiciales para la economía, es una estrategia dañina para el conglomerado, que se ve forzado a oír discursos sin gran sustancia.
Ya dijimos que postergar pagos de impuestos y cuentas de servicios no solo no soluciona nada, sino que deja para después el problema, a lo que se suma lo de “comprobar” la imposibilidad de pagar, sin precisar si vale lo que el afectado declara, tiene que llevar una constancia sanitaria, un escrito de autoridad.
Lo que más aflige es que el presidente Bukele no se asesora o analiza sus medidas con personas y entidades vinculadas al quehacer productivo, con los que conocen, pues al no ser conocedores el mercado rápidamente los desplaza.
Entre todos los presentes en la reunión, sean cuales sean sus méritos profesionales, no se vio a ningún productor de significado, nadie que día a día tiene que enfrentar las duras realidades de la competencia. Pues una cosa es ver los toros desde la barrera y otra muy distinta meterse a torear, como nos lo contaba hace años nuestro amigo, el gran torero español Espartaco:
“Estar en medio del ruedo, frente a una puerta desde donde saldrá un animal feroz con sus propias mañas, modos de embestir, te congela la sangre…”.
Es como sólo decir “hagan” y que los otros siempre pongan los recursos, pero el gobierno no quiere sacrificar nada ni siquiera enterarse de lo que le costará a la empresa privada.
Sólo hay que ver lo que costará el cierre de los centros comerciales desde ayer, como lo fue el de los restaurantes, en aras de contener la eventual propagación del virus, pero que constituye un golpe no sólo a las empresas, sino también al esparcimiento de las familias y de los salvadoreños en general.
Los productores tienen que encarar, cada día en estos atribulados tiempos, cambiantes condiciones de los mercados, sus clientelas, sus proveedores, las impredecibles cadenas productivas de hoy, en la época de la gran plaga.
Usando una palabra siempre en boga aquí, “hay que consensuar las políticas y medidas económicas con los que luego tienen que aplicarlas” los que se ven forzados a enfrentar los toros.
En cuanto a la construcción de hospitales, “los más grandes del mundo”, lo propio es que el señor presidente se reúna con Casalco y constructores especializados para que la obra no termine desplomándose.

Con tantos enfrentando calamidades es una afrenta sostener activistas

En una previa nota señalamos que algunos funcionarios, al decir que no pueden reducirse salarios, parecían andar por los cerros de Ubeda, perdidos en su propia burbuja, “andar cortando varas”. Lo propio es mandarlos de una vez a su casa, pero si no lo han hecho con la Ministra de Salud y el presidente de ANDA, tras el escándalo del agua asquerosa que se distribuyó en enero en el Área Metropolitana de San Salvador, no es mucho lo que pueden los salvadoreños esperar.
Para reunir los fondos necesarios para enfrentar al coronavirus, hay que reducir sustancialmente los salarios de la burocracia enquistada por Funes, el mismo acusado del saqueo de 351 millones de dólares de todos los salvadoreños, en el primer gobierno efemelenista.
En tiempo de grandes catástrofes, con tanta gente en riesgo, no tiene sentido sostener a aprovechados.