La igualdad no se logra por un decreto sino ganándola cada persona

De no haber sido “descubiertos”, nos dice un amigo, “los americanos estaríamos sin ciencias, sin aviones de propulsión a chorro, sin viajes a la Luna... Seríamos una especie de agujero negro en el globo terráqueo”.

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Dos barberos en Santa Tecla se mostraron entusiasmos de regresar a sus labores tras la cuarentena. Ellos aseguran que en su negocio toman las medidas contra el COVID-19. Foto: EDH

Por El Diario de Hoy

2020-06-16 9:46:09

En varias ciudades de Estados Unidos, nación presa de divisionismo, de la pandemia, de engaños y de crisis económica, grupos diversos se han dado a la infame tarea de derribar monumentos indiscriminadamente, destruir y vandalizar iglesias, prohibir el uso de símbolos.
Lo que se pretende hoy en día es censurar generaciones pasadas, desconocer, cambiar la historia misma. No es lo mismo derribar efigies de monstruos que acabaron con la libertad y la vida de pueblos enteros, como Lenín, Hitler, Stalin o Mao, Castro, Chávez o Saddam Hussein, que intentar desterrar con el odio y la violencia partes esenciales de la historia y sus protagonistas.
Eso equivale a caer en lo que tanto se critica de que los conquistadores españoles derribaron los monumentos y templos precolombinos.
Un blanco del vandalismo son las estatuas de Cristóbal Colón, a quien se le acusa de genocidio. Aquí mismo, hace unos años, un señor que se identificaba como cacique de los indígenas locales dañó con una almádana las estatuas de Cristóbal Colón e Isabel la Católica, en el Palacio Nacional, un hecho que no cambió para nada la historia.
Crónicas de la época describen al navegante genovés como despótico, característica necesaria para mantener disciplina sobre marineros forzados a cruzar mares ignotos, sobre todo cuando muchos, en aquel entonces, creían que la Tierra era plana y el mar se desbordaba en sus confines.
Colón esclavizó a muchos indios, pretendió venderlos en Europa, pero la Corona lo vetó y los indios fueron liberados. De allí el incidente de capturarlo y llevarlo encadenado a Valladolid, donde los Reyes Católicos lo perdonaron.
Algunos pobladores del Hemisferio Occidental no acaban de resentir, de sentirse incómodos de que “los descubrieran”. Otros lamentan que las hermosas y coloridas ceremonias de nuestros antepasados mayas y aztecas se hayan perdido, como fue sacrificar prisioneros arrancándoles el corazón, jugar una especie del fútbol con sus cabezas, despeñar doncellas..
Pero de no haber sido “descubiertos”, nos dice un amigo, “los americanos estaríamos sin ciencia, sin aviones de propulsión a chorro, sin viajes a la Luna… El Hemisferio Occidental sería una especie de agujero negro en el globo terráqueo”.
Pero este “encuentro de culturas” no fue producto meramente de la casualidad, como si la isla y las carabelas se hubieran descubierto mutuamente a medio océano.
Antes de Colón, Leif Erikson, el vikingo, llegó a Labrador y posiblemente a las costas de México, dando origen a la leyenda de Quetzalcoatl, un hombre alto y rubio —rubio, no de pelo verde o azul—. De allí que Don Pedro de Alvarado (que conquistó Cuscatlán), alto y rubio, fuera venerado por los indígenas en un inicio.
Hubo desgracias como la muerte de centenares de miles o millones de indígenas americanos debido a su falta de defensas frente a enfermedades para las que los españoles estaban en parte inmunizados, como la gripe común.

El respeto a otros debe ser la norma en toda sociedad

Los turcos perpetraron un espantoso genocidio, millones de muertos, de kurdos; los chinos discriminan al resto de razas y etnias; los hindúes entre sí, por las castas; los alemanes tienen el problema de musulmanes que forman sus propios guetos y rehúsan aprender la lengua…
Las conmociones en Estados Unidos sobre la igualdad racial pasan por encima de lo dicho por Martin Luther King: los hombres no deben ser juzgados por el color de su piel sino por su carácter, su valía personal.
La igualdad en un mundo donde no hay dos copos de nieve iguales en toda la Antártica no se logra por decreto ni derrumbando monumentos, sino gracias al personal esfuerzo de cada miembro en una comunidad, lo que aplica tanto a los afroamericanos como a blancos, mestizos, inmigrantes.
Todos debemos ser respetuosos con propios y extraños…