Otro muro de infamia se levanta en el propio Centro de la capital

No se trata de un desmadre que durará una semana, sino ¡tres años!, según les dijeron los de la alcaldía a los comerciantes afectados, con las consiguientes pérdidas de todo tipo que no han tardado en sentirse.

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Francisco Rodríguez, Gerente Personas Bimbo; Juan Carlos Irula, representante Kellogg’s; Tito Mancía, representante de la Junta Directiva de Banco de Alimentos; Melvin Espinal, representante Crio y Claudia Ibáñez, Sub Directora de apoyo Crecimiento Walmart. Foto EDH / Cortesía

Por El Diario de Hoy

2021-10-26 6:28:54

Para destrozar el Centro Histórico de nuestra capital se construye un muro alrededor de la Biblioteca Nacional, haciendo colapsar un eje clave de la capital como es la Avenida España-Cuscatlán, dañando a pequeños negocios tradicionales y generando caos vial a toda hora.
No se trata de un desmadre que durará una semana, sino ¡tres años!, según les dijeron los de la alcaldía a los comerciantes afectados, con las consiguientes pérdidas de todo tipo que no han tardado en sentirse.
Por el momento y a causa de lo que viene sucediendo en el Triángulo Norte del Istmo centroamericano, el Comité de Apropiaciones del Senado ha rechazado asignar el paquete de ayuda de 861 millones de dólares de cooperación de Estados Unidos a Guatemala, Honduras y El Salvador para el año 2022.
Los desplantes, las pataletas, las inagotables ocurrencias del régimen no tienen límite, son impredecibles, sacadas de la manga. La mayor amenaza es robar los ahorros de los trabajadores salvadoreños, condenarlos a una vejez de miseria y hambre.
El vago plan de “pensiones” que pretende el régimen al parecer es lo que fracasó al prácticamente quedar en bancarrota el sistema, lo que motivó que la entonces Superintendenta de Pensiones, la doctora Francia Brevé, pusiera en marcha el actual sistema de cuentas individuales de ahorro, que tantos beneficios ha traído a los países que lo adoptan.
Ahora se aprestan a robar las pensiones pero no se dice dónde están los billones de dólares que en préstamos ha obtenido el régimen, un caudal que ningún beneficio ha aportado al país, una suma literalmente desvanecida.
Pero el alud de ocurrencias no cesa, comenzando, como señalamos, con la destrucción del Centro Histórico...
Hace un par de días, lo que había sido anunciado pero no definido era otorgar a las alcaldías la facultad de expropiar bienes inmuebles, terrenos con construcciones o sin ellas, para efectuar obras “de beneficio” pero pagando no de acuerdo con su valor de mercado, la única retribución justa, honesta, que debería considerarse, sino dejando en manos de tales municipalidades definirlo. Tal procedimiento se presta para tomar venganzas, para entendimientos “rucu-rucu”, para incontables sinvergüenzadas, persecuciones, salvajadas diversas, para lo que son amoralidades, lo que no debe a extrañar a nadie...

Expropiar bienes sin pagar su valor de mercado es el equivalente del robo a mano armada

Todo esto que sucede tiene un nombre: pisotear la seguridad jurídica, el Orden de Leyes, la confianza de la gente en lo que puede venir, pues nada está garantizado.
Puede decirse que fuera de saber que el sol apuntará por oriente cada mañana, todo lo demás es incierto: toda la gente en esta tierra salvadoreña está expuesta a sufrir atropellos, cachetadas propinadas por policías y soldados, desmanes sin nombre o recibir millones por una falla del programa de bitcoin, millones que pertenecen a la gente, a los contribuyentes, resultado de los atolondramientos estatales.
Cuando se rompe el Estado de Derecho —vale decir pasar por encima de las leyes para imponer la voluntad de un individuo y sus allegados— nadie está a salvo de ser perseguido, humillado, atropellado o muerto, sin tener posibilidad de demostrar su inocencia, defenderse, apelar.
Como sucedió en Cuba al llegar al gobierno la banda de barbudos asesinos, se pasa de procesos ajustados a la ley a ser detenido y encarcelado por decisión de un grupo en el poder, lo que cae en apresar sin causa, a perseguir opositores.
El caso de los detenidos arbitrariamente hace seis meses, el del exalcalde Ernesto Muyshondt y los exfuncionarios del gobierno efemelenista, es una muestra de brutal represión y pisoteo a la ley.
A esas personas se les niega la visita de sus parientes cercanos, de sus abogados, recibir medicinas, como ha expuesto la familia de la doctora Violeta Menjívar.
Los dictadores todos exhiben igual brutalidad, el mismo desprecio por los más elementales derechos de cualquier ser humano...