No hay dinero para becas de jóvenes, pero sí para bitcoin y 20,000 soldados más

Con el derrumbe de los papeles estatales que las calificadoras de riesgo como Moody’s han colocado en la categoría “basura”, era predecible que el grupo en el poder buscara modos de cubrir el desastre fiscal en que ha hundido al país

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Foto: Ruz

Por El Diario de Hoy

2021-08-29 8:09:09

Para los maestros no hay fideicomiso que aseguren sus pensiones ni para las becas de cientos de jóvenes, pero sí hay dinero para reclutar a 20,000 efectivos más en la milicia y para arropar la criptomoneda que muy pocos en nuestro país quieren: el bitcoin.
De hecho, el gobierno asignó 205 millones de dólares de los fondos públicos para cubrir el lanzamiento de una moneda que se presta para lavado de capitales.
El bitcoin es un distractor más en los meneos del oficialismo para encubrir la creciente crisis económica que se manifiesta en la falta de empleo, la caída de la mitad de la población en la pobreza y la eventual imposición del “colón/dólar” para desdolarizar la economía, en igual manera como la narcodictadura venezolana paga a los empleados públicos en moneda que prácticamente no tiene valor, que se devalúa cada mes.
Con el derrumbe de los bonos estatales, que las calificadoras de riesgo como Moody’s han colocado en la categoría “basura”, era predecible que el grupo en el poder buscara modos de cubrir el desastre fiscal en que ha hundido al país, por lo que echa mano de lo que puede aunque con ello profundice más el hoyo.
Para coronar el pastel se anunció el reclutamiento de 20,000 soldados adicional a lo que ya existe, con lo cual se superan las cifras de los momentos más oscuros de nuestro pasado.
La consecuencia de este incremento que el país no necesita y como lo señala el doctor José Marinero, es que puede iniciar una carrera armamentista en la región, lo que no conviene a nadie dada la penuria general causada en parte por el virus pero principalmente por el flagelo de la corrupción, la plaga que asuela al Istmo.
Todo el proceso de los acuerdos de paz de 1992, en procura de la desmilitarización del país y la des politización y la profesionalización del Ejército, se viene abajo. Todo ese esfuerzo, que costó la vida a decenas de miles de salvadoreños se revierte desde el momento en que los militares ya no juran defender a la Patria sino al jefe del Ejecutivo, que desde entonces usa a los militares y policías para coaccionar, amenazar, dar cachetadas a periodistas y personas que discrepan, critican o incomodan al mandatario.
Pero esto también lleva a una vorágine progresiva de agresión al común de la gente, como es norma en las dictaduras, para el caso la cubana, la nicaragüense y la venezolana.

Un millón de dólares para proclamar una nueva dictadura

Se usurpan presupuestos públicos, recortando fondos a Salud, Educación y Seguridad, como se anunció la semana anterior, para imponer un régimen de represión y creciente terror, cuyas principales manifestaciones públicas son los circos inquisitoriales en la Asamblea, así como los pactos que se han denunciado entre el gobierno y bandas delincuenciales, lo que se comprobó con los vídeos de las reuniones de enmascarados con cabecillas mareros.
En una dictadura nadie está protegido en sus derechos naturales, su propiedad, ni siquiera en la posibilidad de desarrollar su vida en paz y protegiendo a su familia y a su grupo social, sus intereses, pues la dictadura puede de un momento a otro socavar el piso en que uno se encuentra parado.
A lo anterior se agrega la asignación de un millón de dólares, de dinero publico, para montar un degradante espectáculo el venidero 15 de septiembre.