No responder preguntas de los periodistas ordenó, en la entrega de credenciales, el secretario de prensa de CAPRES a los nuevos diputados electos, que en ese instante asumieron una posición sumisa.
Al verlos así, a muchos salvadoreños no les quedó duda de que aquéllos seguirán órdenes de CAPRES como los asambleístas durante la dictadura de Hernández Martínez, que estaban allí para aprobar lo que les llegaba del brujo, no para analizar, discutir, parlamentar.
Con el arrollador gane del oficialismo en las elecciones tras cargarse los dados en la campaña y engatusar a parte de la población, la Asamblea camina a ser de un cuerpo deliberante a uno donde los diputados tendrán tres funciones:
—la primera, una irrestricta, ilimitada, libertad de alabanza, que les permitirá competir unos con otros para calificar con todos los apelativos reservados a los dioses, a la figura del aspirante a dictador vitalicio;
—la segunda libertad consistirá en llenar de oprobio, insultos, amenazas a los que en algún momento tocaron con el pétalo de una rosa al excelso, supremo dictador, dios entre los dioses, cool de todos los cool, el más brillante de todos los presidentes del mundo mundial, como lo califico el presidente de PROESA en Washington la semana pasada, sentando cátedra de cómo ensalzar sin límites y sin recato;
—lo tercero, desarrollar un sexto sentido, que llamaremos de supervivencia, sobre lo que pueda incomodar al “gran hermano” que todo lo vigila, teniendo siempre presente que “en boca cerrada no entran moscas”.
No duden que CAPRES estará vigilando por circuito cerrado para darle una zurra a quien se salga un milímetro de la línea. Sólo hay que ver la purga del exministro de Seguridad, según se dice, supuestamente por preparar su campaña presidencial sin haber sido ungido.
Que nadie se sorprenda si el presidente de PROESA les imparte a los diputados un curso sobre alabanzas al dios sobre la tierra.
Muchos diputados oficialistas sobresalen por incondicionales/insultadores/sumisos y hostigadores de mujeres profesionales en las redes sociales, al mejor estilo del master difamador, el de la inmunda boca, al que Bukele quería como diputado. Esos son los que hablan de “refundar” la Asamblea y el país.
Siempre hay que dar oportunidad a los nulpensantes a mostrar lo que son
El pequeño problema de quien llegue a presidir la legislatura es que por razones de su investidura, por el solo hecho de “estar allí”, arroja una pequeña sombra sobre el mismísimo señor presidente, lo que está destinado a incomodar, ya que él pretende ser a corto plazo, de manosearse la Constitución, los tres poderes del Estado a un mismo tiempo, como históricamente fueron los reyes hasta el surgimiento de las monarquías constitucionales. Luis XIV de Francia, el Rey Sol, lo dijo: “El Estado soy yo”.
El pequeño pero gran problema, el pelo en la sopa, es que tales desplantes no encajan con las realidades del mundo actual, ni menos con las anunciadas políticas del presidente Biden hacia los países del Triángulo Norte de Centro-América: combatir la corrupción, la robadera, a lo que se atribuye el flujo de centroamericanos hacia el Norte, personas que huyen de la pobreza y la demencial violencia causada por la corrupción, la incapacidad para gobernar con sensatez, el descomunal desmadre.